Es lamentable que la tradición popular se pierda con el paso del tiempo. Y no se pierde porque no guste o deje de gustar, se pierde porque no es apoyada, puede que ni tan siquiera interese ser apoyada por grandes estamentos políticos vinculados a la cultura y la educación.
Mi madre me recordaba como cuando ella era niña en los colegios se hacían festejos de trajes regionales allá por los años y 60. Venían niños de otras partes de España, de País Vasco, Cataluña, Castilla, León, Galicia y Asturias. Cada cual con sus canciones regionales y sus trajes. Hoy tristemente hemos perdido todo eso y los chavales olvidan por dejadez de los profesores, y de una política adecuada basada en la recuperación de las tradiciones, precisamente eso, sus tradiciones.
Ayer precisamente escuché una canción que me cantaba mi madre cuando era mas pequeño, se llamaba el romance de la cautiva. Una canción tradicional del romancero medieval con múltiples versiones. La que a mi me cantaban era original de 1955. Otras versiones hablaban directamente de los tiempos de la reconquista, siendo el caballero un cristiano del reino de Asturias.
De cualquiera de los modos, una canción popular que forma parte de nuestra propia identidad como pueblo. Y aun cuando poco a poco vamos perdiendo las tradiciones de nuestra tierra por medio de ese monstruo en el que se ha transformado la globalización, no seríamos la Era del Hierro, este blog, si no dedicáramos el tiempo que se merece a recuperar esta y otras cuestiones vinculadas a nuestra propia esencia como pueblo.
Con ello no solo rendimos homenaje a las canciones populares, sino a todas esas madres y abuelas que las cantaron como parte de un recuerdo de sus propias infancias en pueblos y parques de unas ciudades diferentes, y puede que mas inocentes de lo que son hoy en día.
Con ello no solo rendimos homenaje a las canciones populares, sino a todas esas madres y abuelas que las cantaron como parte de un recuerdo de sus propias infancias en pueblos y parques de unas ciudades diferentes, y puede que mas inocentes de lo que son hoy en día.
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