martes, 27 de agosto de 2013

Wicca Celtíbera celebra la ceremonia pagana más multitudinaria de España

Como viene siendo tradición, el pasado día 23 de junio de 2013 Wicca Celtíbera celebró la ceremonia pública del Solsticio de Verano en la localidad de Pinto (Madrid), con la peculiaridad de haber supuesto uno de los mayores despliegues de nuestro Culto, oficiada y auxiliada por 23 hermanos/as y asistida por unos 50 creyentes en un Ritual que contó con la asistencia de más de 5.000 personas, convirtiéndose sin lugar a dudas en la ceremonia pagana más multitudinaria de toda España.

La normalización de nuestras prácticas ha de pasar indefectiblemente por la visibilización de las mismas si queremos que sean respetadas social y públicamente, pues lo contrario significará una vez más ocultamiento, furtivismo y marginalidad y en lo práctico la imposibilidad de reclamar unos derechos íntegros y efectivos religiosamente hablando.

Hemos sufrido la incomprensión de una sociedad atemorizada y secuestrada por el exclusivismo religioso durante siglos, pero es un hecho que oficiar ritos públicos como el que reseñamos, que mostrarnos tal cual somos no tiene por qué significar desprecio social, pues pasamos por alto que aquellas personas que nos rechazan en su interior también guardan la misma semilla, la misma sangre y tradición de quienes nos transmitieron la Vieja Religión.

Aún sufriendo la censura informativa de los medios de comunicación, que miran para otro lado buscando sobre todo la jarana y los excesos etílicos, hasta ellos saben que ritos como este no podrán ocultarlos por mucho más tiempo y tarde o temprano tendrán que ceder ante una sociedad conocedora de nuestros Cultos y por lo tanto abierta para asumir el respeto público que nunca debimos perder.

Dos décadas de esfuerzo, voluntad y motivación de los hermanos y hermanas de la Wicca Celtíbera nos han llevado hasta aquí, más allá o por encima de la incomprensión, los desplantes o las chanzas, orgullosos de poder llamar a los Dioses Antiguos y a nuestros Ancestros sin miedo a significarnos. El precio ha sido muy alto, pero la recompensa también: sentir la emoción, años tras año, de cientos, miles de personas entregadas como antaño a la devoción de nuestros/sus Dioses, recogiendo con avidez milenrama dorada para guardar en sus hogares un pedazo de este Sol que ha de renacer el próximo Solsticio, evocando a sus Antepasados y entregando a las llamas sus desdichas para que el Fuego Sagrado purifique sus vidas.

Os dejamos con un vídeo de resumen y estas bellas y emotivas imágenes para lanzar un mensaje claro y rotundo… no hemos vuelto, porque nunca nos fuimos.

martes, 13 de agosto de 2013

Asómate y descubre el Territorio Vetón en el Oeste salmantino

Salamanca es una provincia excepcionalmente rica en castros y, principalmente, en el Oeste. Aunque unos pocos de ellos, como Ledesma, pueden haber tenido origen a finales de la Edad del Bronce o en la primera Edad del Hierro, la mayoría surgen y se desarrollan en la segunda Edad del Hierro, a partir de los siglos V y IV a.C.
Su emplazamiento está condicionado por los factores geográficos y las vías de comunicación. Se ubican en lugares escarpados que facilitan la defensa, cerca de cursos de agua que, además de tallar el terreno, son necesarios para el abastecimiento del poblado. Algunos, como el castro de Salamanca, se sitúan en las zonas de contacto de dos comarcas complementarias económicamente (Armuña cerealista y Campo Charro ganadero). Otros, como los abundantes castros del oeste de la provincia –que nos conducen al camino- parecen surgir en relación con los filones mineros (cobre, hierro, oro…) que abundaban en el territorio.
A pesar de que el territorio inaugurado, en esta primera ocasión, por la Diputación de Salamanca se circunscribe a Lumbrales con Las Merchanas y Yecla de Yeltes con Yecla la Vieja, el territorio vetón tiene una mira mucho más amplia en el oeste salmantino. Desde Ledesma, donde iniciamos nuestro viaje, pasamos por Villarino de los Aires en el Teso de San Cristóbal, Pereña en el Teso de la Virgen del Castillo, Barruecopardo y su Casa de Quiquín, Hinojosa de Duero en la Cabeza de Moncalvo, San Felices de los Gallegos y el Castelmao, Lumbrales y las Merchanas, Bermellar y el Castillo de Saldañuela, Encinasola de los Comendadores y el Picón de la Mora, Saldeana con El Castillo –el mayor campo de piedras hincadas de Europa-, Yecla de Yeltes con El Lugar Viejo y, finalmente, Gema con Los Castillos.
El camino, como se percibe, es largo, por lo que aconsejamos realizar esta Ruta de Castros y Verracos en un completo fin de semana, para comenzar en Ledesma y finalizar en Yecla de Yeltes. Nosotros, dada la importancia que ha tenido la puesta en servicio del ‘Territorio Vetón’ a cargo del Área de Turismo y Patrimonio de la Diputación de Salamanca, con su diputado, Antonio Gómez Bueno, llevando la dirección del proyecto, dividiremos en dos esta ruta.
El nuevo proyecto de la Diputación
Nos acercamos a un pasado próximo que nos conecta con los pueblos vetones que habitaron la provincia de Salamanca. Yecla de Yeltes y Lumbrales ofrecen lo mejor de su cultura ancestral con museos y espléndidos castros donde perderse en una ruta inolvidable, que será la primera parte de este reportaje en la serie Caminos de Salamanca.
Desde este miércoles la Casa de los Condes de Lumbrales se ha convertido en la ‘puerta de entrada’ al Territorio Vetón. Así lo destacó el presidente de la Diputación de Salamanca, Javier Iglesias, al inaugurar este espacio, que dijo “jugará un importante papel en el futuro turístico, no solo del Abadengo, sino del partido judicial de Vitigudino”. Este insólito edificio del siglo XIX, en el mismo corazón de Lumbrales, será el Centro de Recepción de Visitantes. Ambientado en la época de su creador, Ricardo Pinto da Costa, la restauración de la Casa de los Condes de Lumbrales ha requerido de una inversión de 493.000 euros, cantidad de la que 277.000 ha sido financiada a través del Plan de Dinamización Arribes Sur promovido por la Diputación de Salamanca y financiado a partes iguales entre esta institución, el Gobierno central y la Junta de Castilla y León. El resto del montante, 216.000 euros, han sido financiados mediante el programa Castros y Verracos, con ayudas FEDER (70%), y la Diputación de Salamanca (30%). A partir de estos momentos la gestión del edificio recaerá en el Ayuntamiento de Lumbrales, estando prevista su apertura al público a partir del 12 de agosto. El precio de entrada será de 2 euros.
 
Lumbrales y La Casa del Conde
Llegamos a Lumbrales tras dejar atrás otros emblemáticos castros y espacios vetones. En el mismo corazón de la villa se encuentra la Casa del Conde, que alberga el Centro de Recepción de Visitantes del Territorio Vetón que engloba los recursos patrimoniales de la cultura vetona conservados en Lumbrales y Yecla de Yeltes, desde los últimos siglos del primer milenio a. C. hasta los comienzos de la nueva era, y su posterior romanización.
La puerta de la Casa del Conde está protegida por un magnífico verraco conocido en la localidad como ‘el burro de la Barrera’, que representa a un jabalí en posición de acometida, perfectamente identificable, con presencia de algunos detalles del animal como los colmillos o el sexo. Un aperitivo para la ineludible visita al castro de Las Merchanas.
En su interior, el visitante dispone de una oficina de recepción e información donde conocer las posibilidades que depara la visita al Territorio Vetón, las salas del Museo Arqueológico y las destinadas a recrear el ambiente en el que vivió Ricardo Pinto da Costa. Estos espacios para la información y la interpretación facilitarán la visita posterior por los castros.
 
Hagamos historia de la Casa del Conde
En la década de 1960, el Ayuntamiento de Lumbrales adquirió este inmueble con la desprendida colaboración de los Pinto da Costa, cuya vinculación generosa con el Abadengo no acaba con su apoyo decidido al ferrocarril. Cien años después, en 1972, donaron los terrenos que propiciaron la otra gran obra pública de este territorio, la construcción del muelle fluvial de Vega de Terrón, que permitió enlazar Castilla con el Atlántico por vía fluvial, en un Duero navegable hasta su desembocadura en Porto.
Este hermoso inmueble debe su nombre a D. Ricardo Pinto da Costa Fernandes Reis, nacido en 1825 en Vila Nova de Gaia, cuya ladera mira esplendorosa el poderío multicolor de Porto, y que fue nombrado primer Conde de Lumbrales en 1888 por el rey Alfonso XIII, como reconocimiento al esfuerzo de conectar por vía férrea España y Portugal, a través de este territorio de El Abadengo.
Penetrar en esta casa significa adentrarse en un universo muy particular, donde la figura de Ricardo Pinto da Costa se hace patente en sus salones, forjas y escayolas, donde todavía se escuchan los ecos de los afanes y ambiciones de este empresario soñador. El edificio antiguo, llamado ‘Casa de los Abuelos’, es el solar de Antonio Bartol y Cayetana Pérez, padres de su esposa Francisca Bartol. El otro edificio, conocido como ‘Pabellón de la Infanta’, fue construido por Pinto da Costa coincidiendo con la inauguración de la línea de ferrocarril de La Fuente de San Esteban - Barca d’Alva.
El paso del tiempo añade a la biografía de los hombres perfiles de penumbra; algo así ha sucedido con el primer Conde de Lumbrales cuya vida ha alimentado quimeras de leyenda para aquellos que han seguido su transitar desde su Porto natal hasta Lumbrales. Conocida es su faceta de hombre de negocios; poco sabemos, sin embargo, de los dictados de su corazón que le llevaron a contraer matrimonio con una joven de Lumbrales, lo que le convirtió en parte imprescindible de esta tierra.
La inauguración del ferrocarril hizo concebir al Conde la ilusión de la presencia en Lumbrales de la realeza española. Esta expectativa le llevó a levantar el Pabellón Real, con referencias coloniales portuguesas, para agasajar con los máximos honores a los ilustres invitados. El 8 de diciembre de 1887, bajo la mirada atenta y orgullosa de Pinto da Costa, protagonista de tan gigantesca obra, se inauguró el ferrocarril entre el júbilo y la incredulidad de las gentes arribeñas. Un gran sueño se hacía realidad, los vapores de las locomotoras de dos países representando a sus culturas, se unían simbólicamente en el Puente Internacional de Vega de Terrón, en La Fregeneda, para alimentar la ambición de situar a una comarca en el mapa de la modernidad. Sin embargo, ningún miembro de la Casa Real acudió a la inauguración. Fueron meses después cuando la infanta Isabel de Borbón visitó la Línea del Duero y en la estación de Lumbrales recibió homenajes y obsequios.
En 1985, la falta de rentabilidad económica determinó su cierre y quince años después pasó a ser un recurso patrimonial declarado Bien de Interés Cultural y que ahora languidece, llorosa y destartalada, ante la indiferencia oficial, pudiendo convertirse en eje vertebrador y dinamización turística y económica, junto al Duero, de toda la comarca y su enlace con Portugal.
El palacete acoge, además del Centro de Recepción de Visitantes del Territorio Vetón, exposiciones sobre el paisaje, la arqueología y las relaciones transfronterizas de Lumbrales y su comarca. De los orígenes prehistóricos a la artesanía textil, la Casa del Conde nos abre sus puertas y nos prepara para la visita al castro de Las Merchanas. Todo un completo compendio de imágenes y gráficos de comunicación, realizados por la empresa salmantina Creativos Diseño Gráfico, nos permiten adentrarnos en el territorio con espléndidas ilustraciones descriptivas de cada castro donde, junto a una muestra de paneles, interpretan durante el viaje cada instante de la vida de los vetones en el castro. Además, en la avenida de Lumbrales, junto al Árbol Gordo, en el mismo centro de la villa, se encontraba el Verraco de Las Merchanas –que posiblemente representa a un jabalí- y que, tras su traslado al propio castro, ocupa ahora una pieza escultórica con extraordinaria semejanza a la original pero con diseño contemporáneo. Esta obra y su peana –como homenaje al escultor Ángel Mateos- han sido diseñadas por Creativos y realizadas por el escultor Gerardo González.

Las Merchanas
En Lumbrales, junto al límite con el término municipal de Bermellar, y sobre un promontorio granítico situado en la confluencia del regato de Vallitorredondo con el río Camaces, se encuentra el Castro de Las Merchanas. Situado a 640 m de altura, en la desembocadura del Vallitorredondo en el Camaces, en un lugar en que las masas de granito que se desploman sobre el río forman una península de fácil defensa.
Presenta una forma ovalada y una muralla bien conservada, cuya función defensiva se refuerza mediante un campo de piedras hincadas enfrente de la puerta principal que completan las defensas, con una superficie de más de 14.000 m2. Esta gruesa muralla en algunas zonas llega hasta los 6 metros de anchura, salvo en el cerro del oeste, donde la topografía del terreno la hace innecesaria ya que se existe un acantilado sobre el Camaces. Se trata de uno de los castros más importantes y mejor estudiados de la provincia de Salamanca.
El origen del castro es prerromano, y se sabe que ya estaba habitado desde el siglo III a. C. por los vetones, que ocuparon el suroeste de la Meseta Norte en la II Edad del Hierro (siglos V-II a. C.), pueblo celta que desarrolló en la Península la Cultura de Cogotas II o Cultura de los Verracos. Los primeros vestigios de romanización que tiene el castro datan de comienzos del siglo I d. C., y se sabe que estuvo ocupado hasta la segunda mitad del siglo V, cuando fue abandonado, quizá durante las contiendas entre suevos y visigodos.
Como ya se ha comentado, el Castro de Las Merchanas es uno de los castros mejor estudiados de la provincia de Salamanca, ya que durante el siglo XX se realizaron varias excavaciones de las cuales se obtuvieron importantes hallazgos, como fueron los restos de un edificio de época romana en cuyo interior se localizaron, entre otras piezas, fragmentos de una escultura de mármol, o un verraco (escultura zoomórfica de granito, sin patas ni peana, que tendría como misión proteger el ganado y los campos), que ha regresado al castro tras su exhibición en la vía pública de Lumbrales. También se descubrió con estas excavaciones una necrópolis que se extiende junto a la muralla por la parte norte, donde se recuperaron algunos objetos. Aún y así, se piensa que pueden existir, al menos, otras dos necrópolis, una de incineración, correspondiente a los primeros siglos antes de Cristo, y otra de los siglos I, II y III de nuestra era, con epigrafía incluida.
Para acceder al lugar, lo hacemos a través del sendero ‘musealizado’ por la puerta sur, donde se puede realizar un recorrido hacia la puerta principal, y ver las piedras hincadas y visitar parte de la muralla. Las murallas vetonas, que como se indicó fueron reformadas bajo el dominio de Roma, su campo de piedras hincadas, el muro romano, los grabados en roca y su orgulloso verraco que vuelve al lugar de su origen, desvelarán sus secretos.

El circuito de Yecla de Yeltes
Este segundo circuito lo comenzamos en el pueblo de Yecla de Yeltes. Las estelas romanas reutilizadas en algunas fachadas nos dan las primeras pistas. El Museo del Castro, dotado de nuevos recursos didácticos y el cercano Centro de Turismo Arqueológio nos preparan para este viaje. En la Plaza Mayor de Yecla visitamos el Aula Arqueológica donde se han reunido, con un criterio principalmente didáctico, una serie de elementos que ayudarán a una mejor comprensión del yacimiento y de las épocas históricas en él representadas. Aquí se hallan expuestas piezas originales procedentes del castro, entre las que destaca una magnífica colección epigráfica y, por supuesto, una rareza extraordinaria, un verraco perfectamente conservado.
Desde el pueblo nos dirigimos hacia el sur... Yecla la Vieja nos espera, donde en la tarde del Lunes de Aguas se aprovecha para merendar los hornazos y disfrutar del campo, en jornada que acuden visitantes de los pueblos de la comarca.
Pero centrémonos en el motivo de nuestra visita, el castro de El Lugar Viejo de Yecla, a ocho kilómetros escasos de Vitigudino, uno de los más importantes y conocidos del territorio salmantino, tanto por la magnitud de sus fortificaciones como por la riqueza de sus restos arqueológicos, entre los que citaremos especialmente sus grabados rupestres, y que ocupa una extensión de unas 5 hectáreas.
En la carretera a Villavieja de Yeltes encontramos sobre una abrupta plataforma el castro prerromano de Yecla La Vieja, situado en la confluencia del río Huebra con el arroyo Varlaña. El emplazamiento del castro en tal lugar se debe a que aprovecha las defensas naturales que tiene el terreno, sus escarpadas pendientes. A parte de esta defensa natural, el castro tiene una gruesa muralla, de hasta 7 metros de ancho en algunos puntos, y 6 metros de alto en todo el perímetro, la cual está adaptada a las ondulaciones del terreno. La defensa del recinto se completa con la presencia de piedras hincadas situadas frente a las puertas principales.
Los orígenes del castro se remontan al siglo V a. C., en el inicio de la Segunda Edad del Hierro. Se trata de un poblado vetón. Los celtíberos habitaron el castro hacia el siglo III a. C., como demuestran los abundantes elementos de hierro encontrados por los arqueólogos. En el siglo I d. C., el castro fue ocupado por los romanos, muestra de ello son las impresionantes estelas funerarias que se exponen en el Aula Arqueológica del pueblo (piedras decoradas con tallas en las que indican el nombre de la persona enterrada y el año de su defunción). Algunas de las estelas funerarias fueron reutilizadas como elementos decorativos en muros y fachadas de la localidad de Yecla. La decadencia del castro acaece en época visigoda, que es cuando empieza a despoblarse, aunque no queda totalmente vacío hasta finales del s. XII cuando sus habitantes se trasladan a la actual Yecla de Yeltes. En época de los Reyes Católicos se construyó en su interior la ermita de la Virgen del Castillo y motivo de controversia en cuanto a su impedimento para la realización de futuras excavaciones.
La puerta principal al castro tiene forma de embudo, estrechándose las paredes hasta convertirse en un ceñido callejón. Este pasadizo entra en el castro situándose en paralelo a la muralla (el llamado esviaje), y así permitía defender el acceso con tiros cruzados. En las zonas donde la muralla no tiene excesiva pendiente existe una barrena de piedras hincadas para aumentar la protección. Son grandes y puntiagudas lajas de granito que dificultan el avance del enemigo a pie o a caballo.
El Castro de Yecla ofrece al visitante un extraordinario y original conjunto de grabados rupestres, tanto en las rocas cercanas al castro, como en las situadas en el interior y exterior de la muralla. Son grabados muy simples, que representan sobre todo caballos, además de toros, cabras, jabalíes e incluso alguna serpiente y, muy raramente, se pueden ver figuras humanas. Pero también se pueden observar curiosos símbolos, signos geométricos (cruces, espirales, retículas, etc.).
El recorrido exterior del castro se recomienda iniciarlo por la parte izquierda y, según se va avanzando, se pueden observar las peculiaridades de la muralla, con sus ondulaciones y sus distintas puertas, algunas para acceder al arroyo Varlaña. Además, debemos de ir fijándonos en las distintas piedras que forman la muralla para descubrir los grabados anteriormente comentados.
‘Territorio Vetón’, una nueva forma de turismo que ofrece una experiencia cultural diferente. Naturaleza, Cultura e Historia entrelazadas para el visitante y que, por el bien de nuestros pueblos y nuestra provincia, pueda continuarse en el futuro con otras rutas y otras infraestructuras.
Luis Falcón

jueves, 1 de agosto de 2013

Festividad de Lougunasatvs. La fiesta del Dios Lugoves

La Rueda se mueve hacia el Sur-Oeste, donde el fuego y el agua se encuentran.
La fiesta de Lughnasad, también llamada fiesta de Lammas, es una festividad que marca el inicio del otoño. Se puede celebrar en su fecha o en luna Llena.
En una fiesta puramente masculina, contraria a Imbolc (femenina).

Celebración de los primeros frutos de la cosecha, un momento para dar las gracias por la mágica conjunción de la Tierra, el Agua, el Aire y el Fuego que producen los alimentos que comemos.
Los Antepasados celebraban dos cosas: Dar las gracias y la preparación para la recogida de las cosechas. Es  el sacrificio del grano que da lo que tiene para dar. De ahí que se usa un pan como representación de Dios-Diosa en la tierra.

Es la época de peregrinación a los Lugares Sagrados. También es la época para celebrar los matrimonios.

En este punto el ciclo de la ardiente pasión empieza a templarse, ya que el deseo de la acción es neutralizado por la sabiduría. Ya no se centra en el interés en si mismo, si no que se desarrolla una comprensión de las necesidades de los demás.

COMO SE CELEBRABA ANTIGUAMENTE
Aunque el calor reina sobre la tierra, Lughnasad marca el Inicio del Otoño. Es una festividad que se celebra después de las cosechas y representa la conjunción del Fuego y el Agua.

Los frutos y los vegetales madurados tardíamente forman parte de la celebración así como de las ofrendas que se hacen a Lugh el Dios Solar.

Es un momento propicio para debates entre Druidas, Sacerdotisas y Bardos. Antiguamente como casi todos los ritos estacionales, se solían celebrar en los Lugares Sagrados: los Círculos de Megalíticos.
Los Druidas y Sacerdotisas celebraban un complejo ritual en el centro del Círculo de Piedras mientras todo el clan observaba con atención. Cuando terminaban era el momento de empezar la diversión, que se prolongaba durante todo el día siguiente. Lughnasad es el rito de agua y¡ eso siempre es refrescante en esa época de calor!.

Los clanes preparaban el pan con los cereales recogidos en la primera cosecha. Un pan que las Sacerdotisas ofrecían a los Dioses para que lo bendijeran y después se repartía entre todo el grupo guardando un pequeño pedazo para los Seres de la Naturaleza.

Al ser ésta una fiesta masculina se organizaban juegos y carreras, bailes y peleas en las que los hombres tenían el protagonismo de la misma forma que las mujeres lo tenían en Imbolc. Los guerreros participan en todas las actividades tanto deportivas como más sosegadas como son los juegos de tablero e incluso algunos se atreven con la poesía, la danza y el canto, narrando cuentos y leyendas.
Y cuando finalmente muere el sol al atardecer del día de Lughnasad se queman y entierran algunas flores simbolizando el final de la fiesta…