Una vez mas llega la noche de Samhain, o el día de todos los santos, como se conocía normalmente a dicha festividad antes de la imposición cultural de Halloween. Y como viene siendo tradición desde que estamos bajo influencia norteamericana, el debate surge de nuevo. ¿Es Halloween una fiesta pagana?, ¿tiene más sentido celebrar Halloween que el día de los difuntos?.
En realidad es un debate estéril, pues ni Halloween es a día de hoy la festividad de Samhain, ni sabemos realmente como se celebraba, y bajo que rituales se hacía el Samhain de los celtas. Por no entrar a debatir, si realmente esa fecha fue igual para todo el mundo celta, o solo para unas demarcaciones geográficas concretas. Especialmente porque los arqueólogos actualmente, no han podido demostrar que la festividad de Samhain, se celebrara mas allá del mundo Galo, donde se la conocía como Samonius, o del mundo británico / Irlandés, donde se la conocía como Samhain.
No obstante, si que parece claro que en el mundo indoeuropeo se rendía honores a los antepasados en una fecha concreta del calendario. Una fecha que coincidía con el fin de las cosechas, y el comienzo de la etapa invernal de la tierra antes de la llegada del solsticio. Es decir, lo que popularmente se conoce como Samhain, tiene reminiscencias de una tradición ancestral cultural común a todos los pueblos indoeuropeos, y no solo a los celtas.
En España se suele pecar de querer ser mas celtas que los celtas, tomando normalmente como ejemplo el mundo de las poblaciones británicas e irlandesas, haciéndolo extensible a nuestra idiosincrasia cultural celta. Es decir, si lo hacían los celtas de Irlanda, y nosotros fuimos celtas, ¿ como no íbamos a hacerlo ?. Está de más que diga, que este razonamiento simple, es irreal. Pues incluso dentro del mundo celta europeo, existieron diferencias culturales según tribus y naciones.
Sin ir mas lejos en la península ibérica, no puede demostrarse arqueológicamente que se celebrara ningún ritual o festividad similar al Samhain irlandés. Dejando claro, como ya apunté anteriormente, que la fiesta en honor a los antepasados parece ser común a la tradición de los indoeuropeos. O lo que es lo mismo, en España se celebró una noche de los muertos en la edad del bronce y del hierro, introducida en la edad de piedra por las poblaciones Yamnaya.
Una tradición que fue tomando forma según fueron pasando los siglos, y que por supuesto, posiblemente sufrió una "celtización" en la edad del hierro. Pero que como ya hemos comentado en distintos videos subidos al canal, esta "celtización" fue realizada sobre unas bases proto celticas indoeuropeas diferentes a las que tenían galos o britanos. Lo que se materializaría a la hora de la verdad, en unas costumbres distintas, con rituales distintos, y con divinidades bajo nombres diferentes.
Resumiendo el razonamiento.. ¿En Hispania se celebró una fiesta en honor a los antepasados muertos el 1 de Noviembre?.. Seguramente sí. ¿Era como el Samhain britano?. Posiblemente no. Lo cual no debe causarnos desazón, pues son muchas las poblaciones indoeuropeas que actualmente celebran la noche de todos los santos, bajo nombres y tradiciones distintas. Sin ir más lejos, los pueblos eslavos celebran su Dziady.
Un ritual en plena noche de transito entre el 31 de Octubre y el 1 de Noviembre, donde las familias enteras se reunían en los bosques y granjas a la luz de una gigantesca hoguera, para rendir honores a los familiares que habían partido al más allá.
La palabra significa literalmente "los abuelos", en el sentido de "antepasados". Se celebraba dos veces al año, en primavera y en otoño, siendo el Dziady de otoño el principal. Durante la fiesta los antiguos eslavos organizaban libaciones y comidas rituales en las que los alimentos y el alcohol se ofrendaban a los difuntos. Con el objetivo de permitir que las almas de los muertos encontraran su camino al mundo de los vivos. Para lo cual se encendían fuegos y velas; así mismo, eran tradicionales las máscaras de madera con rostros grotescos, similares a los tallados en las calabazas de difuntos. En las mitologías locales tales banquetes eran organizados tanto por los vivos como por las almas de los antepasados que comparten el dziady en las tinieblas. En polaco esta tradición prevaleció en la forma de banquete cristiano de Zaduszki (el 2 de noviembre, Día de los Difuntos).
Otros pueblos bálticos como los lituanos, celebran el Ilges, fiesta igualmente en honor a los antepasados, siendo estas celebraciones comunes en distintas formas entre los Rumanos, ex Yugoslavos, Polacos, Bielorusos, y Rusos. Como es evidente, todas estas poblaciones no son celtas, ni tienen aportaciones celtas, pero si son Indoeuropeas. Por lo cual, el nexo en común con la tradición europea del día de los difuntos que compartimos todos los habitantes del viejo continente, no es el Samhain celta, sino la primitiva tradición de los pueblos esteparios de finales de la edad de piedra.
En la Hispania romana se festejo la Feralia, donde igualmente los hispanos, ya romanizados, rindieron culto a los familiares ausentes, en rituales perdidos de las noches invernales de aldeas, ciudades y granjas. La Feralia romana consistía en un antiguo festival público ofrecido a los Manes, los espíritus de las personas fallecidas. Se realizaba durante el mes de Febrero, como bien describió Ovidio en el libro II de su Fausti. Esta fiesta, ponía a su vez fin a la Parentalia, festividad de nueve días en honor a los antepasados muertos.
En el tiempo de la Feralia, los ciudadanos romanos eran llamados a llevar ofrendas a las tumbas de sus antepasados muertos, que consistían en al menos, "un arreglo" de coronas, una pizca de grano y un poco de sal, pan empapado en vino y violetas esparcidas". Se permitían ofrendas adicionales, aun cuando según la tradición, los muertos solo se apaciguaban con lo mencionado.
Ovidio habla de una época en la que los romanos, en medio de la guerra, descuidaron la Feralia, lo que provocó que los espíritus de los difuntos se levantaran de sus tumbas enfurecidos, aullando y vagando por las calles. Después de este evento, se rindió homenaje a las tumbas y cesaron las apariciones espantosas. Para indicar el duelo público, los matrimonios de cualquier tipo estaban prohibidos durante la Feralia, y Ovidio instó a las madres, novias y viudas a que se abstuvieran de encender las antorchas de su boda. Los magistrados dejaron de llevar sus insignias, y se prohibió cualquier culto a los dioses.
Esta costumbre se practicó en Hispania bajo dominio romano, y es la única muestra pagana que tenemos demostrable, de culto a los difuntos en la antiguedad. Aun cuando es previsible, que dicha tradición imperial, conviviera, cuando no se fusionara, con tradiciones proto celticas semejantes ya existentes en España. La mezcla de ambos mundos, al que desde el siglo VIII se uniría el cristianismo, dio poco a poco forma a lo que hoy día conocemos como noche de difuntos, o Halloween para los mas posmodernos.
A lo largo del ya mencionado siglo VIII, el Papa Gregorio III decidió imponer una nueva fecha en el calendario cristiano. El 1 de Noviembre sería desde entonces para los cristianos, el día de los Santos mártires, tomando oficialidad y forma bajo el papado de Bonifacio IV. Es importante no confundir la fiesta con la de los "muertos". Pues en su origen cristiano, la noche de los difuntos, era la noche donde se rendía honor a los Santos y Martines que habían accedido al cielo. No a todos los difuntos en general, como sí hacían los paganos.
Sea como fuere, durante la edad media hispana, ya se rendía culto a los difuntos mártires en la noche del 1 de Noviembre. Adoptando la tradición pagana romana de llevar flores y ofrendas al cementerio en el que descansaban los ausentes durante la festividad de la Feralia. Y acoplando a su vez, la creencia popular indoeuropea de honrar a los ancestros y antepasados. Teníamos ya por tanto una tradición "moderna" compuesta por la mezcla de tres culturas a lo largo de varios siglos, o cientos de años. Se había conformado una nueva costumbre en el día de los Difuntos bajo la tradición católica apostólica romana. No por influencia del Samhain, sino por la mezcla del mundo indoeuropeo (proto celta) el mundo romano, y el cristiano.
Esta es la principal razón, por la cual aun siendo "celtas", los hispanos nunca hemos tenido costumbre de celebrar el Samhain o Halloween como lo celebran los anglosajones. Pues en realidad nunca se ha mantenido una tradición semejante, más allá de algunas costumbres puntuales de caracter antropológico, que pudieran tener una conexión simbólica o iconográfica. La cuales a buen seguro, tendrían mas de raigambre en el mundo indoeuropeo, que en el británico.
No obstante si que tenemos algunas ideas sobre el mundo de los muertos en el mundo primitivo hispano antes de la llegada de los romanos. Por ejemplo, sabemos gracias al historiador y arqueólogo Manuel Bendala. Que las poblaciones del bronce hispano, rendían honor a sus difuntos levantando estelas funerarias, en las cuales tallaban las pertenencias del caído, y le representaban con atributos heroizantes de poder y aristocracia, como podían ser los cuernos de ciervo o toro.
Para los viejos pobladores del bronce peninsular, el alma de los familiares difuntos, vivía en las piedras de las estelas. Sabemos igualmente, que los hispanos de la edad de piedra, y posiblemente hasta la edad del hierro. Acudían a los dólmenes para ofrecer respeto a los muertos. Los cuales por cierto eran enterrados en sus cavidades, siendo los dólmenes realmente, cementerios de la edad de piedra. Y conocemos igualmente, que uno de los posibles significados de los menhires, era el funerario. Representando una vez mas el alma de los difuntos caídos.
Por tanto, y siempre fantaseando al respecto. Es posible que las viejas poblaciones proto celticas de la Hispania del bronce y hierro. Rindieran culto a los antepasados acudiendo a dólmenes, o lugares donde habían levantado estelas o menhires en su honor. Ofreciendo livaciones de sangre o vino, incluso puede que sacrificios de animales en su memoria. Siendo después degustados en banquetes celebrados en respeto a los hombres del clan que ya no estaban entre ellos. Pero que acudían a la tierra en la noche de los difuntos, durante la festividad de la Feralia, para visitarles y compartir tiempo con ellos. Incluso puede que astas de ciervos, corzos, cabras o gamos, estuvieran presentes en los altares como atributos heroizantes de los fallecidos. O bien honrando a dios de los bosques en su faceta de animal psicopompo entre el mundo de los vivos y de los muertos, Cernunnos.
Puede que posteriormente, y bajo dominación romana, estos cultos se mezclaran con los romanos, acudiendo igualmente a dólmenes o lugares sagrados en los campos, para ofrecer flores a los muertos, al tiempo que grano, sal, y pan empapado en vino, como decía la costumbre latina. Y que poco a poco según fue avanzando la romanización, las poblaciones hispanas, fueran sustituyendo los dólmenes por cementerios hispano romanos, o hispano visigodos.
Llegando así tras dos mil años, a la noche de difuntos que hoy conocemos, o más bien, que conocieron nuestros abuelos y bisabuelos. Un legado que tristemente hoy estamos perdiendo bajo el desarraigo hacia nuestras costumbres, potenciado por el desarraigo y perdida de identidad en un mundo globalizado. Donde la tradición de nuestros padres y antepasados, va dejando paso a la tradición consumista del Halloween americano, en sociedades multiculturales, donde las culturas nativas son borradas o criminalizadas hasta el olvido.
Alvar Ordoño 29 del 11 del año 2024