De muchas de sus campañas no nos dijeron nada los historiadores musulmanes, sin duda porque no fueron brillantes. Con tenacidad admirable, García cerró el paso al invasor y se quedó solo: Bermudo había pactado, Sancho Abarca se había sometido y Borrel había visto Barcelona saqueada e incendiada.
Comprende que le era imposible conservar las plazas alejadas y, así, decide en 984 retirarse a Sepúlveda abadonando Atienza. Ambas plazas se pierden tras la toma de Simancas.
Después de la aceifa de 987 a León, Bermudo II se retira a Galicia. García se presentó al otro lado del Cea con el intento de erigirse en defensor de aquella tierra desamparada por su señor legítimo.
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