No
existen evidencias plausible alguna de que los celtiberos realizaran
sacrificios humanos, y si existieron, se cree que ello fue algo excepcional
(Marco Simón 1999: 11, y passim).
Plutarco
(Tib. Grac, V) y Frontino (Strateg. III, 11, 4) descrien sacrificios públicos realizados
por los celtiberos. En algunas necrópolis se han hallado ofrendas en cerámica y
animales sacrificados que han sido considerados como restos de un banquete
funerario (Sopeña 1995: 246-247, y 2004; Lorrio 1997: 338-340). Berrocal-Rangel
presenta también detalles de sacrificios de animales aparentemente destinados a
un banquete comunal realizado por los celtici que habitaban en la zona de
Castrejón de Capote (1994; 245-569). Un casi muy conocido es el de los Cantabri
Concani descrito por Horacio (Cam. 3, 4, 34) y por Siloo Itálico (3, 361),
quienes según estos autores clásicos bebían ritualmente la sangre de caballos que
sacrificaban.
Tanto
la descripción de Cabeco das Fragoas como la de Marecos, Peñafiel, Oporto,
muestran la práctica de sacrificios bóvidos, ovidos descrita en antiguos
pueblos indoeuropeos. Tambien aparecen sacrificios de animales e individuos
realizando esos sacrificios en varias piezas de bronce halladas en varios
lugares del NO de la Península, en Duratón, Segovia y en Portugal en Monte da
Costa Figueira. Y hallazgos de huesos de animales procedentes de sacrificios
rituales han sido encontrados en Garvao , Portugal. Los cuernos de venado
hallados dentro de las murallas de Blacos, Soria, podrían indicar una forma de
sacrificio animal con intención de proteger a la ciudad. Y en la localidad
vaccea de la antigua Pintia, en las Qintanas, Padilla del Duero, Valladolid,
aparecen depósitos de perros, gatos, ovejas y cerdos (Lorrio 1997ª: 337-40;
Marco Simón 2004).
Este
tipo de sacrificios era algo corriente no solamente entre los celtas sino
tanmbien en otros antiguos pueblos indoeuropeos. Recientes hallazgos
arqueoloógicos en Suecia, por ejemplo, muestran la detección de numerosos
huesos animales procedentes sin duda alguna de sacrificios, en un contexto
conectado con el elusivo componente del paisaje cultural: el de los santuarios al
aire libre. Esto ocurrió en 1980 en el islote de Froso en medio del Lago
Strorjon, cerca de la localidad de Ostersund, en el N de Suecia. Allí se
excavaron los restos de un bosquecillo sagrado de la época vikinga que incluían
una amplia cantidad de huesos de animales que fueron datados en el 920 D. C.
Los
animales eran osos, alces, renos y ciervos machos, ovinos y caprinos, ardillas,
perros y caballos (Price 2002:61).
Las
ofrendas votivas, en especial las aras, son bastante más abundantes en el NO de
la península que en las regiones celticas del interior. Y se han realizado también
hallazgos de monedas amontonadas que contienen además elementos iconográficos que
sugieren un carácter votivo. Entre ellas se han destacado las de Salvacañete,
Cuenca, que datan de ca. 100 a. C, y el norme depósito hallado en el Río
Burejo, en las inmediaciones de Posoraca, hoy Herrera de Pisuerga.
En
la provincia de Palencia se han hallado también un toro de bronce con características
que indican que fue probablemente utilizado en ceremonias religiosas (Lorrio
1997 a: 337-40; Marco Simón 2004). El arqieologo Luis Berrocal Rangel , como se
ha indicado en la sección “SO de la península Ibérica” de esta obra, ha
realizado en el castro de Castrejon de Capote (Badajoz) excavaciones que dieron
como resultado el hallazgo de un edificio II d. C. donde se celebraban
sacrificios de animales que eran seguidamente sonsumidos ritualmente por los
presentes (Berrocal Rangel 1992: 194-200;ibid, 1994: 263-66). Este mismo autor
señala la posibilidad de que hallazgos como los de Garvao, el Armarejo,
ALhonoz, o Peña Negra de Crevillente pudieran indicar también la utilización de
esas estructuras para la celebración de banquetes rituales como el arriba
señalado (Berrocal 1994, 276).
MANUEL ALBERRO - Los celtas en la península Ibérica - Editorial Toxosoutos 2008
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