martes, 30 de julio de 2019

Dioses de la guerra en el mundo celta hispano. Netón, Cosus, Telenvs

La primera peculiaridad que nos encontramos al intentar adentrarnos en el mundo religioso de las poblaciones de iberia, especialmente como es el caso que nos trata, intentando descubrir cuáles fueron las deidades relacionadas con la guerra de los nativos del area “celta”. Centrándonos en este articulo, y como veremos más adelante concretamente en una de ellas. Es la notable descompensación existente entre el mundo ibero no indoeuropeo, y el área celta indoeuropea.

Los teonimos relacionados con los dioses de la guerra del mundo ibero prácticamente brillan por su ausencia, mientras que las referencias a dioses guerreros, o relacionados directamente con la guerra en el mundo celta de las mesetas, norte cantábrico y noroeste, son notablemente abundantes (Benjamin Collado – Guerreros de Iberia).

Se podría decir incluso excesivos, al hallarse en muchos casos multitud de nombres de dioses relacionados con divinidades pan célticas de centro Europa, al mismo tiempo que deidades locales de carácter indígena. Es decir, cultos propios que son solo atribuibles a una zona concreta de nuestra geografía, vinculados a una tribu exacta, que se suman a nombres de dioses relacionados con divinidades galas. 

Posiblemente la complejidad del panteón religioso nativo de los pueblos en la edad del hierro peninsular, se deba a varias causas. Entre ellas, la supervivencia en Hispania del peso de la cultura proto céltica del bronce, la cual asimiló en la edad del hierro nuevos elementos celtas llegados desde centro Europa, que se relacionaban directamente con los  dioses galos. Fusionándose  de esa forma con un sinfín de leyendas y tradiciones indoeuropeas ya existentes en el bronce de la península. 

Añadiendo una mayor complejidad al introducir el componente no indoeuropeo de los iberos. Cuya influencia llegó en ambas direcciones.  Celtas influenciaron y adoptaron creencias del mundo ibero, e iberos adoptaron creencias del mundo celta, (como por ejemplo fue el caso de los Ilergetes que veremos más adelante). Si bien es cierto que este resultado no fue aplicable a toda la península en términos generales, sino a zonas concretas de mayor contacto entre unos y otros. 

Resumiendo mucho el tema, tenemos una península indoeuropea en la edad del bronce dividida en dos corrientes culturales arqueológicas conocidas como: bronce atlántico y bronce de las Cogotas. Relativamente  aislada entre tribus independientes,  y en ningún caso unidas por reinos, u otros elementos políticos como naciones, sino más bien por pequeñas ciudades estado distribuidas por toda la zona de la meseta central hacia el norte, cantábrico y noroeste. Conviviendo con una fuerte cultura ibérica en el Mediterraneo, a la que añadir el mundo tartesico del sur.



Que más tarde se vería influenciada en la edad del hierro (Halsttat y La Tene) por un componente céltico llegado desde centro Europa fusionándose en mayor o menor medida con los pueblos ya establecidos en Hispania desde el bronce. Principalmente en la zona de la meseta norte / central. Donde se encuentra el llamado grupo de lenguas celtas Q. Un grupo de lenguas más modernas que el grupo de las lenguas atlanticas del mundo galaico lusitano marcado por la letra P. El cual estaría más cercano al idioma original de los indoeuropeos y por ello más próximo a los pueblos proto celtas del bronce atlántico, que el grupo de las lenguas célticas de Q. Grupo que si bien es más antiguo que el galo, goidelico y briton, sigue siendo más moderno que las lenguas galaico – lusitanas. Lo que puede evidenciar una “invasión” de poblaciones llegadas desde el mundo celta centro europeo posterior a la edad del bronce, o en una edad del bronce muy tardía que no llegaron al área atlántica, y que a su vez fueron más antiguas que los grupos celtas de las Galias.

Todo lo comentado hasta ahora, y con un panorama cultural tan complejo en la Hispania del bronce y del hierro. Nos permite comprender la diversidad del mundo religioso. Un mundo donde seguramente perduraron elementos locales del mundo del bronce indoeuropeo, del mundo del hierro pan céltico y de elementos puntuales llegados del mundo ibero no indoeuropeo sin ninguna conexión política unitaria. Algo demasiado complejo para reducirlo a divinidades únicas de carácter genérico a la "nación" de celtas o iberos, como por ejemplo en el mundo clásico pudieran ser Zeus o Marte para greco romanos. O Thor, Odín para los escandinavos.

Pero dejemos un poco de lado la complejidad de las creencias y tradiciones religiosas y mitológicas de los pueblos célticos en la Hispania de la edad del hierro, y entremos un poco en materia hablando de los dioses de la guerra que conocemos, para terminar hablando del dios Pan céltico de la guerra más extendido en España.

Quizás la divinidad más extendida en Hispania de carácter pan céltico con conexiones en el resto de la Europa celta, sea Lugh o Lugus. Una divinidad que los romanos asimilaron con Mercurio al considerarle el inventor de todas las artes y oficios. Lugus en su faceta guerrera lideraba a los guerreros contra las fuerzas del caos armado con una poderosa lanza de plata. A esta divinidad se la relaciona con la representación grabada sobre la roca al aire libre en el santuario de Peñalba, en Viñastar (Teruel). En esa ocasión el dios Lugus es representado como un dios bicéfalo. Un símbolo de poder omnipresente conocedor del pasado y del futuro simbolizado en su bicefalia, donde una de las cabezas mira hacia atrás (pasado) y otra hacia adelante (futuro).


Se supone que los celtiberos realizaban danzas rituales con una lanza, carácter que se ha querido relacionar con un culto a la lanza de guerra del dios Lugus. Es el propio historiador romano de la época Adriana, Floro. Quien describe a un líder o caudillo militar de la rebelión celtibérica durante el 169 o 179 a de Cristo de nombre Olindico / Olindicvs. Este jefe militar celta hispano, y según el historiador romano, lideraba a sus tropas blandiendo una lanza de plata que decía ser sagrada y tener poderes, al haber sido enviada por los dioses.

Es fácil relacionar llegados a este punto, el elemento sagrado de la lanza entre el dios celta Lugus / Lugh, con el dios germano Wotan / Odin. Máxime cuando ambas deidades parecen tener elementos comunes, como la ya citada lanza mágica, dos cuervos que les acompañan, (Peralta Labrador, 2000: 204-206) con una clara connotación de animales funerarios de la guerra, de la magia y del viaje al otro mundo – (Gonzalo Rodríguez García: Los celtas héroes y magia. La cultura guerrera de la Hispania celtica. Pag 202).  

Y por si todo esto fuera poco, añadiendo una “coincidencia” más, nos queda un dato  revelador sobre la similitud de Lugh / Lugus y Wotan / Odin. A las ya citadas coincidencias de la lanza como elemento mágico de poder, y los cuervos como animales totémicos y mágicos de los dos dioses. Hay que sumarles la falta de uno de sus ojos. Ambos dioses son tuertos (Peralta Labrador, 2000: 216). 

Posiblemente en la pérdida de uno de sus ojos se encuentre el sacrificio necesario para adquirir alguna facultad mágica o sabiduría especial.

Esta similitud de dos divinidades tan importantes del mundo céltico y germánico, y en general de lo que podríamos llamar las “culturas bárbaras de la Europa del hierro”, nos ponen frente a un elemento común y principal de ambos mundos, nos señala como a partir de una misma raíz indoeuropea, se habrían generado unas tradiciones similares (Gonzalo Rodríguez García: Los celtas héroes y magia. La cultura guerrera de la Hispania celtica. Pag 202).

La razón de la similitud del mito, es un misterio, y las teorías son múltiples, si bien es posible, aunque no demostrable, que en los antiguos y oscuros días de las edades del bronce centro europeo. Cuando proto germanos y proto celtas eran difícilmente distinguibles coexistiendo en cerrados bosques de centro Europa. Los dos dioses fueran uno, o nacieran de una misma raíz que evolucionó mitológicamente después en el devenir de los años de forma diferente, según celtas y germanos evolucionaron por separado en diferentes lugares de Europa bajo distintos nombres y distintas concepciones mitológicas. No olvidemos que las deidades de los primeros germanos, tienen poco que ver con los dioses nórdicos.

extremadamente conocidos. Siendo más semejantes en su función y rituales a los dioses galos que a los escandinavos. Incluso retrocediendo mas en el tiempo, puede que todo se remontara al mundo proto indoeuropeo, edades en las que celtas y germanos eran un mismo pueblo, posiblemente con un mismo panteón motológico. 

No obstante si bien Lugus tiene un carácter guerrero como tal, no es una deidad únicamente guerrera, es más, yo apuntaría a que su principal función no es la guerra. Todo lo contrario que ocurre con Cosuo / Cosus, al que los romanos identificaron con Marte. 

Sobre Cosus nos encontramos una veintena de inscripciones en el área galaico lusitana, también en Asturias donde se le conocía como Cosuo. Si bien poco más sabemos de él.

Bandua y Mars Borus son otros dioses de carácter guerrero. Sin olvidar que en el mundo celta los dioses no se acotaban solo a una función, sino que normalmente eran deidades de varios conceptos, como tormenta, montaña, guerra.  

Teleno /Telenvs es otra deidad relacionada con la guerra cuyo culto seguramente se extendió a todo el norte peninsular indoeuropeo, desde Galicia hasta la Rioja. 

Para Miguel Angel González González, (Teleno, señor del laberinto, del rayo y la muerte) Teleno es el nombre que los astures daban al dios Teutates, también conocido como Tutatis. Su origen puede estar en el mundo proto céltico de la palabra /teutato/ que significa “unidad tribal”. Pudiendo significar “padre de la tribu”. Al formarse teut – (dios) y tat (padre). Es decir, una especie de dios padre creador de las diferentes tribus, que además tenía una connotación guerrera. (NdE: otros autores vinculan Telenvs con Taranis, algo erróneo a mi modo de ver, pues la relación de Telenvs con Marte evidencia que es una deidad de la guerra).

Teleno en España era posiblemente un dios más antiguo que el Teutates galo, siendo normalmente vinculado a las cumbres de las montañas. Muchas de las cuales tomaron su nombre que perdura hasta nuestros días. Así hay un monte Teleno en León, Teleña en Asturias, Telena en Badajoz, etc.

Llamado Tullonius por los várdulos, mientras que sus vecinos los caristios lo llamaron Tullica / Tullicvs (relacionado con Tuyo en el municipio de Ribera alta). Aun cuando la referencia más exacta que vincula a Telenvs con la guerra sea la inscripción encontrada en Quintana del Marco (León). Donde se le nombra como Mars Tileno, vinculando inevitablemente con la guerra al ser asociado al dios romano Marte. 






























Pero si tuviéramos que tratar o hablar de un dios pan hispánico relacionado con la guerra como su función principal más característica, ese sería Netón. Dios adorado entre los celtas y algunos iberos con alguna variación en su nombre. Lo que hace de él en un determinado momento, una divinidad pan hispánica de la guerra con fuerte carácter solar heroico.

El origen de la divinidad es difuso, y no se puede determinar si es celta o proto celta. Si bien parece que la raíz de su nombre está emparentada con el celta Neto / guerrero /.

La más clara mención a este dios en Hispania la tenemos de manos de Macrobio, escritor y gramático romano del siglo IV. Quien nos habla en su saturnalias de un culto entre los accitanos de Guadix a un dios representado por rayos solares al que llaman Netón, quien el escritor relaciona con Marte.

Accitani etiam, Hispana gens, simulacrum Martis radiis ornatum maxima religione celebrant, Neton uocantes

También los accitanos, pueblo de Hispania, adoran con máxima devoción a una estatua de Marte adornada con rayos a la que llaman Netón

Macrobio – Saturnalia 1,19,5

Autores como Benjamin Collado Hinarejos (Guerreros de iberia – la guerra antigua en la península ibérica) plantean entre otras muchas, una posible teoría de origen tartesico para el dios. Lo que demuestra lo desconocido y lejos que se está de poder encontrar un origen real a la deidad en su culto entre los celtas e iberos peninsulares. 

No obstante y sea como fuere, parece que con el paso de los siglos el dios Netón fue asimilado en gran parte de la península, tanto en el área indoeuropea, como en la no indoeuropea. Así encontramos referencias a él en el mundo ibero de los Ilergetes, (muy indoeuropeizados) con el nombre de Neitho.

J. M. Blázquez y su libro “Diccionario de las religiones prerromanas de Hispania” 1975, escribe:

NETO: Dios indígena asimilado a Marte. Dos variantes tiene el nombre en dativo, Neto y Netoni. Estas inscripciones confirman el texto de Macrobio (I,19,5): Accitani etiam, Hispana gens, simulacrum Martis radiis ornatum maxima religione celebrant, Neton uocantes. Neto(n) podría derivar del celta + neto (guerrero) e indicar que el Marte hispano tiene el mismo carácter astral que el Marte galo. 

Otros ejemplos son las diferentes inscripciones sobre esta deidad que se han encontrado desde Cáceres, pasando por la Betica, el Bierzo, Huesca y terminando en Zaragoza, entre otros muchos lugares. En el conocido como Marte del pirineo se representa al dios de la guerra con cuernos en claro atributo nativo no románico.




























Quizás la evidencia más clara de la divinidad con la guerra y el mundo celta en Iberia, la encontremos en la ara encontrada en el Bierzo, la cual está consagrada a Cossue Nedoliedus. 

Aquí se relaciona directa y claramente a la divinidad más importante de la guerra del noroeste céltico, Cosus, con la divinidad más importante de la guerra en el mundo celta mesetario, Netón, por medio del epíteto de Nedoliedus. Parece claro por tanto que Cosus era Marte y era Neton. Y que Netón era Cosus y era Marte. 

Sabemos que Netón tenía una doble función, (como ya hemos dicho, son muchos los dioses célticos en Hispania que representan varias funciones). A la guerra se la unía un carácter infernal. No tanto desde una perspectiva de “demonio” o divinidad maligna, sino posiblemente como dios héroe conductor de las almas. 

Es decir, una divinidad de la guerra encargada de recibir a los guerreros dignos, al mundo de los caídos en combate con gloria. Como de conducir a los caídos en deshonor, al mundo de los infiernos. Si bien, esto son interpretaciones sin base real. Ya que tristemente se conoce poco de este dios.

En cualquier caso parece que el nombre de Neto, está relacionado con el celta Neto “guerrero” para J M Blanzquez (diccionario de las religiones pre romanas en Hispania 1975) y ide – nei (brillar) para V. M. Renero (diccionario del mundo Celta 1999).

Tenemos aquí nuevamente una base sobre la que deducir su carácter simbólico. Por un lado guerrero, y por otro resplandeciente, solar, heroico. 

Peralta Labrador, relaciona al dios Netón con la divinidad hispana nativa de carácter local Coronus. Donde Coronus significaría – conductor de tropas – y Neto – Guerrero heróico -. Es decir.. Netón como guía heróico de los guerreros en la batalla

En algunos casos se ha intentado relacionado su raíz Net, con el dios irlandés celta Neit o con el simbolismo de  Nuada, quien perdió una mano en combate contra el campeón Sreng

En la península ibérica, existía una tradición céltica mediante la que se cortaba la mano derecha de los vencidos en combate a modo de trofeo. Se ha especulado acerca del posible simbolismo de tan macabra costumbre, relacionando la tradición con el dios Netón, estando este emparentado con Neit – Nuada. Y a su vez, con el dios germánico Tiwaz o Tyr, quien también perdió su mano al sacrificarla para conseguir encadenar al lobo Fenrir. Nuevamente algo que nos recuerda mucho a como perdió la mano el dios Nuada… en un duelo contra el campeón de los Fir Bolgs Sreng, a quien se describe como un ser mitológico no humano. 

Sería equiparable el mito de Nuada y su combate contra el campeón de los Fir Bolgs, Sreng, con el sacrificio del dios Tyr que perdió su mano a modo de sacrificio para atar al lobo Fenrir (no humano) con la tradición hispánica de cortar las manos de los muertos en batalla y ofrecérselas a los dioses?. 

En el propio mundo germánico del siglo III existía una tradición entre los barbaros adoradores del primitivo Tyr, de sacrificar prisioneros de guerra, a los que después cortaban el brazo para colgarlo en los arboles de sus bosques sagrados en ofrecimiento a su dios de la guerra (Tyr / Tiwaz). ¿Está esta tradición relacionada con la celtibérica descrita por los romanos?






































La relación parece evidente o muy aproximada, máxime cuando el héroe irlandés Nuada, es relacionado con Marte, como también lo es Netón, como lo es Cosuo, y como lo es el propio Tyr. 

Es posible entonces que en algún momento muy lejano en el tiempo, cuando los indoeuropeos vivían aun en arcanas y lejanas tierras de las estepas y bosques euroasiáticos. Anterior a la cultura celta, germánica, romana, o griega,  Neton, Tyr, Nuada, Cosuo, Marte, Ares fueran un mismo dios con una misma conexión mitológica que sobrevivió con matices y diferencias al paso del tiempo tras la división de las poblaciones originarias en diferentes grupos culturales desde el bronce hasta el hierro?.

Mi conclusión es que sí, Las similitudes existen, pero quizás es muy aventurado asegurarlo de forma académica al no poder demostrarse “científicamente”. Igualmente es aventurado asegurar que la práctica de cortar la mano derecha entre los celtiberos y otras poblaciones indoeuropeas hispanas, tuviera una relación directa con la mitología germánica y la irlandesa... pero las similitudes existen, y parecen empeñadas en arrojar pistas que pudieran vincular ambos mundos.

A mi modo de ver, y por concluir, creo que las deidades principales de la guerra en la península fueron Cosus y Netón . Ambas relacionadas entre sí en el ara del Bierzo, y ambas relacionadas con características propias del mundo bélico. La guerra, la batalla, el sol, los rayos resplandecientes que dan categoría de una deidad heroica relacionada con el combate. Una especie de dualidad entre Hercules y Marte en el mundo clásico. De Odin y Thor en el mundo germánico. Donde Odin es un dios padre de la guerra, pero Thor es un díos de la bravura y los guerreros.

Esto les diferencia de Lugus y Telenvs, quienes si bien es cierto son dos deidades relacionadas con la guerra, lo son en un aspecto “secundario” y no principal. 

En ambos predomina más un carácter “paternal de la tribu”, mientras que en las divinidades Cusus /Netón, prima mas la victoria, la valentía y la gloria en el combate. Son marcadamente Marte, son marcadamente dos dioses de la guerra en la península ibérica de la edad del hierro.

Alvar Ordoño. Divulgador e investigador histórico. Recreacionista de los grupos BAIRA, REGNUM CASTELLAE. Fundador del proyecto HISPANIA DE LOS VIKINGOS. Escritor y articulista de los magazines. HISPANIA BARBARORUM / NUEVA GOTHIA. HISPANIA DE LOS VIKINGOS, RUEDA SOLAR, NUEVA BARDULIA y LA ERA DEL HIERRO.

BIBLIOGRAFÍA: 

Los celtas héroes y magia, La cultura guerrera de la Hispania céltica. GONZALO RODRÍGUEZ GARCÍA- 2019.

Los dioses soberanos de los indoeuropeos. GEORGE DUMEZIL – 1986

Los celtas: Hispania y Europa. Dirigido por ALMAGRO GORBEA. Curso de verano de 1992.

Mitología y mitos de la Hispania proromana II volumen – J C BERMEJO BARRERA – 1986.

Guerreros de Iberia. La guerra antigua en la península Iberica – BENJAMIN COLLADO VINAREJOS - 2019.

El articulo fue publicado en la revista de temática histórica: La era del Hierro nº 1 en 2018.

sábado, 27 de julio de 2019

Batalla del Monte Badon. La derrota de los sajones a manos de los bretones

La batalla del monte Badon /ˈbeɪdən/ (Mons Badonicus en latín, Badon Hill en inglés) fue una batalla en la que las fuerzas britanorromanas derrotaron a una incursión anglosajona proveniente del norte aproximadamente entre 490 y 517 d. C.

El desarrollo de la batalla no está muy detallado, pero se conoce gracias a De Excidio et Conquestu Britanniae, un sermón histórico escrito por el monje Gildas en el siglo VI, y por lo tanto coetáneo de los hechos. Gildas no precisa los nombres de los protagonistas de la batalla, ni tampoco el lugar. La batalla está también relatada en un texto del siglo IX de origen y autor desconocidos, Historia Brittonum, que atribuye en parte la victoria al legendario rey Arturo.

Algunos historiadores contemporáneos apuntan a que se podría deducir del texto de Gildas que Ambrosio Aureliano mandaba las tropas britanas en Badon, dado que en el capítulo 25 lo describe como el comandante de las tropas romano-britanas que iniciaron los primeros enfrentamientos contra los sajones. Sin embargo, no cita a Ambrosio Aureliano en el capítulo siguiente, que relata la victoria de Monte Badon, lo que ha llevado a algunos historiadores a concluir que no estuvo, mientras otros han deducido que Monte Badon fue la batalla final de sus campañas militares.2​

Las formaciones celto-britanas se encontraban rodeadas por Aelio de Sussex, rey de los sajones del sur, en el Monte Badon (en donde se habían apostado aprovechando el relieve elevado) mientras unas pocas cohortes y una partida de caballería romano-britana (famosa por su efectividad y fiereza en el campo de batalla, quizás porque estaba compuesta por conscriptos o mercenarios sármatas) se acercaba por el flanco izquierdo, vadeando el río Avon. Esa misma tarde los britanos rechazaron a la banda sajona con gran heroísmo, ya que el enemigo los superaba en número. La victoria marcó un alto de varios años en el avance de los anglosajones.

En cuanto a la supuesta participación del rey Arturo, cuya identidad es sometida a muchas conjeturas, la cultura popular lo ha relacionado a menudo con Ambrosio Aureliano.




La batalla de Guoloph. las invasiones germánicas a la bretaña celta

La batalla de Guoloph se libró en el año 439 (437 según otras fuentes) en Nether Wallop, a quince kilómetros al sudeste de Amesbury, cerca de Salisbury), en el distrito de Test Valley, al noroeste del condado de Hampshire en la región de South East, Inglaterra. En ella, las fuerzas combinadas de los primitivos reinos bretones de la Britania posromana, vencieron a las fuerzas de los invasores jutos y sus aliados locales.

En su Historia Brittonum, Nennio afirma que:"Desde el reinado de Vortigern a la lucha entre Vitalinus y Ambrosius en Guoloppum, la batalla de Guoloph, son doce años".

Ambrosius Aurelianus (Emrys Wledig, "el emperador) es considerado por parte de la tradición como hijo del emperador Constantino. Geoffrey de Monmouth afirma que siendo niño su familia fue asesinada y el con su hermano Uther pudo ponerse a salvo tras el canal en la corte de su primo, Budic I de Bretaña. El golpe había sido preparado por Vortigern, gobernador de la ciudad de Dubris, uno de los más importantes puertos del reino, en alianza con dos poderosos reyes jutos, Hengist y Horsa.1​

Años después Ambrosius regresó a Gran Bretaña desembarcando en Totnes (Devon), con motivo de las celebraciones anuales de Beltaine, una reunión entre los monarcas de los reinos del sur donde se forjaban alianzas y discutían intereses comunes. Allí consiguió convencer a los líderes celtas de la amenaza de los jutos y su aliado Vortigern y levantar así una coalición para enfrentarlos. La batalla se produjo en Guoloph, en donde tras una dura lucha venció a Vitalinus (probablemente Vortigern o uno de sus comandantes).

En la parroquia de Nether Wallop, al nordeste de la aldea del mismo nombre, se encuentra la fortaleza de la colina de Danebury, datada en la Edad de Hierro, donde se han efectuado numerosas excavaciones entre 1968 y 1988. No hay evidencia de ocupación durante la época romana, pero sí de trabajos de fortificación posteriores. El perímetro de defensa exterior se redujo pero se mejoraron los trabajos en la zanja que lo rodeaba y la cerámica encontrada en el sitio, vasijas de los Siglos V y VI, permiten datar la refortificación del sitio como contemporánea al período de la batalla entre Vitalinus (o Vortigern) y Ambrosius. Consiguientemente, algunos consideran que Ambrosius mismo refortificó Danebury previamente a la batalla de Wallop en el año 437, pero no hay evidencia arqueológica para apoyar esta teoría, y parece probable que la batalla tuviera lugar en realidad más al sur, donde el enemigo podría haber tomado una posición estratégica en lo que la tradición celta rememora como Cad Hill, ahora Hill Chattis, en las fronteras de Nether Wallop y Broughton.

La lucha de Ambrosius y Vortigern continuó durante la mayor parte de su vida. La política pro sajona de Vortigern eventualmente lo condujo a su caída y probablemente a finales de la década de 450, los británicos finalmente se unieron trás la bandera de Ambrosius, sitiaron a Vortigern en su fortaleza en Caer-Guorthigirn (Little Doward, Herefordshire) y la incendiaron con toda su guarnición.

No es segura la exactitud del relato. Historia Britonum sitúa la "batalla de Guoloph" en el 439, unos cuarenta o cincuenta años antes de las batallas que, según Gildas, fueron comandadas por Ambrosio Aureliano, lo que hace suponer a algunos que o el primer relato es inexacto o que se refieren a diferentes personas. Otros identifican a Ambrosius con la legendaria figura del Rey Arturo.


miércoles, 24 de julio de 2019

Fruela de Cantabria, el hijo del duque Pedro de Cantabria

Fruela de Cantabria o Fruela Pérez (m. c. 758) era el segundo hijo del duque Pedro de Cantabria y hermano del rey Alfonso I de Asturias.1​2​ Fue padre de los reyes Aurelio y Bermudo I.

Según las versiones Rotense y Sebastianense de la Crónica de Alfonso III, acompañó a su hermano, el rey Alfonso, en las incursiones contra los invasores musulmanes, logrando tomar varias ciudades, incluyendo Lugo, Tuy, Oporto, Braga, Viseu, Chaves, Ledesma y muchos otros lugares.


Bardulia y preludio a Castilla

El nombre de Bardulia ha designado diferentes territorios. Estrabón localizaba a los bárdulos ocupando la actual Guipúzcoa con parte de Álava y Navarra. En el siglo V, Hidacio presenta a los hérulos saqueando las costas de Cantabria y Bardulia. Pero en el siglo VIII Bardulia es referida en una crónica como de haberse desplazado hacia el norte de la provincia de Burgos y sur de Cantabria. La causa de este desplazamiento puede haber sido el poblamiento y conquista del actual País Vasco por los vascones durante el siglo VI, mientras la zona no estaba sometida por los visigodos.

A finales del siglo VI los visigodos del reino de Toledo, bajo la dirección centralizadora de Leovigildo, dieron por terminada la independencia que hasta ese momento había mantenido en el tercio norte de la provincia Tarraconense el Senado titular de Cantabria con sede en Amaya, y que incluía en su convento jurídico a todos los pagos y municipios que llegaban hasta Araceli (el moderno Araquil), pero no la parte oriental del territorio de los antiguos Várdulos y su urbe portuaria tardo-romana de Oeasso (Irún), que había quedado encuadrada desde hacía más de dos siglos por Diocleciano dentro del convento jurídico de la más cercana Pamplona, razón por la cual, los vecinos del territorio vascón circunscrito ya habían sido a efectos legales avecinados en la Vardulia.

Pero es a raíz de la caída del imperio y tras la toma bajo asalto del rey Eurico de Tolosa, de la mayor parte de la Tarraconense en 473 –en un movimiento en pinza a través de ambos extremos del Pirineo, en el que el dux Guterico tomó Pamplona, Calahorra y Zaragoza–, en que los abusos consecuentes del ejército de ocupación visigodo sobre la calzada romana aún en servicio y que unía ambas provincias del reino de Tolosa a su paso por tierras vasconas, que hicieron que el número de refugiados en tierras menos accesibles, como las de sus pagos várdulos, desbordara y les hiciera pedir refugio legal en los territorios hispanorromanos adyacentes hasta entonces correspondientes dentro de la vecina Cantabria, hasta que el gobierno legítimo de ésta también cayó cien años después.

Durante el casi siglo y medio de dominio visigodo, la provincia de Cantabria quedó igualmente reconocida pero adjudicada al mando militar y civil de un duque godo, con sede en la misma capital cántabra-romana de Amaya y varios condes a cargo de las civitates o cabezas de comarcas más amplias. No obstante, parece ser que en algunas comarcas, su autoridad aún no fue totalmente aceptada, al igual que pasaría después con los duques y príncipes de Asturias, y los reyes visigodos de Toledo tuvieron que prestar su apoyo con la hueste real a los duques para mantener la zona sometida. Tiempo después, a la caída de su reino de Tolosa, y el empuje de los francos merovingios sobre los Pirineos, Pamplona cambiaría de manos varias veces y los reyes de Toledo se vieron obligados a crear otra guarnición de frontera más al oeste, en tierras de Vitoria, lo que dejaba ver el límite oriental del poder efectivo de los duques de Cantabria, dejando ya como zona derelicta o a disputar la de más allá del Valle de la Burunda, anteriormente de su jurisdicción y de importancia estratégica para el acceso a Pamplona o de vascones hacia Vardulia. Efectivamente, las sedes episcopales de esa parte de la antigua Cantabria, así como las de Pamplona ya no se presentaban a los sínodos de Toledo, ni reconocían al obispo de Toledo como su Primado.

La creación o aceptación por parte de los monarcas Merovingios de la autoridad de duques vascos o Patricios romano-aquitanos en las zonas colindantes de la antigua Vardulia-Cantabria hace sospechar del alcance de su autoridad e influencia dentro de la Vardulia o Cantabria oriental. En todo caso, el estrato arqueológico de esos dos siglos inciertos demuestran que la influencia cultural y material sobre los anteriores territorios orientales del convento tarraconense de Cantabria, ducado visigodo después, pasaron a ser dominantes no ya por vascones del Pirineo o tierras del Ebro navarras, sino por otras de más allá de Aquitania.

A la caída del reino visigodo de Toledo, los invasores magrebíes pasaron a tomar posesión de los dominios militares en ducados o plazas fuertes de condes visigodos, bien por la fuerza o bajo tratados de aceptación de autoridad pero tributaria, como los que hicieron en la zona de Murcia-Villena el duque Teudomir, o más cercana, Ebro abajo, el conde hispano-godo Casius de la Rioja y sus hijos los Banu Qasi, o los condes de Estella y Olite, como muchos otros en Galicia y otros puntos. No sucedió lo mismo en Cantabria, cuyo duque opuso resistencia y tuvo que refugiarse junto a la población de las comarcas cántabras llanas de la meseta, de forma dispersa por sus dominios más recónditos, quedando la plaza fuerte y capital de Amaya arrasada. El ejército magrebí dejó guarniciones a lo largo de la calzada que unía el Ebro con la principal capital militar andalusí de la Meseta en Astorga, con lo que las zonas limítrofes también sufrieron bastante despoblación al estar los vecinos menos expuestos a levas y otros abusos de ocupación militar tras la cordillera, aunque el convento jurídico/ducado de Asturias tramontano llegó a estar ocupado, y Gallaecia-Galicia junto a León-Astorga (Asturias leonesa) aún estuvieron ocupadas unas décadas más.

No se sabe exactamente si el supuesto espathario real de Toledo e hijo del anterior duque de Astúrica, Fávila, Don Pelayo se encontraba refugiado en el territorio del vecino ducado de Cantabria –que comprendía la zona oriental de la posterior provincia de Asturias– ofreciendo al duque Pedro refuerzos en la defensa del posible asalto a su ducado por parte del caudillo bereber Munuza, o para desde allí iniciar la recuperación del dominio de Asturias. Lo que sí resultó de todo ello fue, la elección por otros nobles visigodos galaicos y astures aún bajo ocupación, a elevar a don Pelayo si no a la corona real de Toledo sí a ser su regente, al igual que los nobles ostrogodos habían hecho con Teya en Italia, y a las fuerzas islámicas a abandonar sus guarniciones avanzadas sobre la cordillera vulnerables a un bloqueo logístico y replegarse al pie de ella en la Meseta.

La zona oriental de la Meseta, en la posteriormente llamada 'Castella-Vetula' también corrió la misma situación, aunque sufriendo la ocupación militar durante más tiempo que la Meseta occidental leonesa y Galicia ya libres tras el abandono de las tropas de guarnición bereberes, que se rebelaron al gobierno árabe y embarcaron de vuelta a su país, también en rebelión hacia el 740. Las zonas montañosas contiguas, fuera del alcance de los Andalusíes aún estacionados en el Alto Ebro, recibieron gran cantidad de refugiados no solo de las comarcas llanas de la anterior Cantabria sino también de zonas colindantes al sur del Ebro. A este período pertenecen la cantidad de cenobios cristianos y reutilización de cuevas otra vez como habitación humana, en las fachadas de la cordillera que delatan la superpoblación de estos valles angostos y poco fértiles para la producción de alimentos tan numerosos como los cereales y otros que sostenían de secano. El obispado de Auca y sus diócesis tuvieron que refugiarse en Valpuesta y dentro de los altos valles limítrofes de La Losa, Mena, Trasmiera y de Ayala fuera del alcance fácil de las guarniciones del Alto Ebro, ya bajo el control de los Banu Qasi de la Rioja a partir de la instauración del Emirato, y aliados a los condes de la marca franca del Pirineo occidental. Estos contarían con un poder efectivo de alcance, y recursos de una zona más rica desde el Pisuerga hasta Caspe, que llegó a incluir a todas las urbes del Ebro y hasta Pamplona y Toledo en ocasiones, aunque fueron menguando en dominio y alcance con las fortunas de éstos bajo la potestad superior de Córdoba. Siendo luchados en el alto Ebro uno a uno en un reñido avance y retroceso por más de un siglo, valle a valle y fortaleza a fortaleza contra los condes cristianos locales tras de la cordillera, hasta la segunda década del siglo X en que la poder de los del Ebro desaparecería por completo, y sus sucesores aún contando con el apoyo de Córdoba, recibirían ya el jaque mate definitivo con la conquista de la Rioja gracias a la participación conjunta de respaldo real doble entre Navarra y León a los condes del Alto Ebro. Lo que ya permitiría la reunificación de los condados castellanos si no en uno solo, sí bajo la hegemonía política de pactos o lazos feudales con los condes de Lara más al sur del Ebro y en las nuevas fronteras sobre el Duero, y éstos cada vez más enzarzados con lazos familiares y políticos cambiantes a caballo entre los de las dos casas reales de Navarra y León, de los que no sobrevivirían siendo eliminados bajo la dinastía Jimena en el primer tercio del siglo XI, cuando ya el condado semiautónomo pasaría a ser elevado legalmente a la soberanía de reino. De todos modos, durante los dos primeros siglos tras la caída del poder visigodo en Hispania y la instauración de la nueva autoridad de Andalusíes en ella, o su mayor parte, la autoridad real que los duques de Cantabria –ya príncipes de Asturias– empezó y continuaría teniendo problemas para ser reconocida en lo jurídico y oficial en el sector oriental de la antigua Cantabria o Vardulia en toda su extensión –y lo que posteriormente se llamaría impropiamente Bardulia– , como ya venían arrastrando los mismos reyes de Toledo, problema que se agravaría con el tiempo y llegarían a reconocer hasta los condes locales, castellanos y vecinos.

Alfonso I de Asturias y su hermano Fruela hicieron dos expediciones por el sector oriental del reino. Aunque las campañas fueron de saqueo y destrucción, parece que intentaron conservar las fértiles tierras de las márgenes del Ebro y en cuanto el primer emir Omeya, Abderramán I logró pacificar su emirato, envió sus ejércitos al mando de Badr hacia la marca oriental del reino asturiano en 767. Desde La Rioja, Badr remontó el río Ebro devastando la zona, y luego se ensañó con la llanada alavesa. En su retirada fortificó los puntos estratégicos con el fin de mantener el control de la calzada romana que surcaba el territorio.

Si en alguna parte resistieron las avanzadillas repobladoras asturianas, la dura campaña del 791 terminó por ahogar esos intentos de repoblación de la zona.


lunes, 15 de julio de 2019

Los cantares de gesta en la épica castellana

Ni la épica medieval francesa ni la alemana perduran de forma oral ni poseen la vitalidad de la épica medieval española; fragmentos de los cantares de gesta españoles se recitan todavía en pueblos de España y América Latina, transmitidos de padres a hijos de forma oral: es el llamado Romancero viejo, y la temática medieval de los cantares de gesta continuó siendo motivo de inspiración para el teatro clásico en el Siglo de Oro.

Solo se ha conservado de forma escrita el Cantar de mio Cid, el Cantar de las Mocedades de Rodrigo y unos cuantos versos del Cantar de Roncesvalles. Los filólogos han reconstruido otros pasajes de la perdida épica castellana a partir de fragmentos mal prosificados en las crónicas, donde sirvieron como fuente de información.

Cantares de gesta conservados

El Cantar de mio Cid, donde se narra el triunfo de la verdadera nobleza, fundada en el esfuerzo, el mérito y el optimismo, frente a la nobleza de sangre que representan los infantes de Carrión. En él se narran los esfuerzos de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, para recuperar la confianza del rey Alfonso VI, quien lo había desterrado de Castilla.

Las Mocedades de Rodrigo, compuesto hacia 1360, es el cantar épico más tardío que se conserva. Se basa en un Cantar de las mocedades de Rodrigo anterior que data de la segunda mitad del siglo XIII. Narra episodios de la juventud del Cid.

Fragmento de unos cien versos del Cantar de Roncesvalles escrito en castellano con rasgos de romance navarro-aragonés a comienzos del siglo XIII. Es el único testimonio épico español que recoge la materia carolingia, que en el norte de Francia dio lugar a la Chanson de Roland. El fragmento refleja el planto de Carlomagno por la pérdida de su sobrino Roldán.

Cantares de gesta hipotéticos

El Cantar de los siete infantes de Lara, donde se narra una venganza largamente postergada entre familias rivales. Su argumento nos es conocido a partir de versiones cronificadas en prosa.

Cantar de Bernardo del Carpio, poema perdido que narraba la trágica historia de un bastardo de origen noble por liberar a su padre, el Conde de Saldaña, encarcelado por haberle engendrado en una princesa real; en sus esfuerzos por rehabilitar la honra familiar, es injustamente tratado por su rey Alfonso el Casto. Su argumento se ha podido deducir a partir de las crónicas.

El Cantar de Fernán González, cantar perdido que ofrecía una versión anterior al Poema de Fernán González, este último escrito en cuaderna vía.

El Cantar de Sancho II y el Cerco de Zamora podría haber sido compuesto unos años después del asedio del rey Sancho II de Castilla a Zamora. Se conserva en prosificaciones de la Estoria de España. Narra la muerte de Sancho a manos de Vellido Dolfos para lograr la liberación del cerco de Zamora y el duelo entre los hijos de Arias Gonzalo y Diego Ordóñez.

El Cantar de la campana de Huesca es un cantar del reino de Aragón reconstruido a partir de la prosificación que de este se hace en la Crónica de San Juan de la Peña. El poema épico narra la decapitación de los nobles aragoneses declarados en rebeldía contra el rey Ramiro II de Aragón que conforma la leyenda de la Campana de Huesca. Su primera redacción, según Manuel Alvar, dataría de mediados del siglo XII.


García Fernández "el de las Manos Blancas". Conde de Castilla de 970 a 995.

García Fernández el de las Manos Blancas (Burgos, c. 938a​-Medinaceli, 995) fue conde de Castilla de 970 a 995.

Hijo de Fernán González y Sancha Sánchez, seguía reconociendo la superioridad jurídica de los monarcas leoneses, aunque tuvo plena autonomía administrativa en su territorio. Para hacer frente al peligro musulmán que se cernía sobre sus fronteras, amplió la base social del condado promulgando las ordenanzas sobre los caballeros villanos de Castrojeriz, equiparando a los caballeros villanos con los infanzones: aquellos campesinos que dispusieran de un caballo para la guerra serían equiparados automáticamente con los nobles de segunda clase.

(...) La gesta nos le pinta como el conde de las manos bellas, pero en realidad, fue un gran guerrero. Un hombre que supo luchar sin desalentarse contra el mejor capitán de su tiempo y uno de los mayores genios de la guerra. (...)

La muerte del conde castellano fue una de las noticias que más impresionó a sus contemporáneos y por eso aparece recogida en diversos anales.

El 18 de mayo de 995, perdidas la fortalezas de Clunia y Gormaz, habían quedado en primera línea los castillos de Peñaranda y de Langa. Los dos destacamentos enemigos se encontraron fortuitamente en el paraje actualmente denominado Piedrasillada, entre Langa de Duero y Alcózar. García luchó casi sin esperanza, herido en la cabeza por el golpe de una lanza;​ quedando el conde tendido en el campo, los musulmanes lo recogieron aún con vida.


Según Ibn Bassam, la captura de García no tuvo lugar durante ninguna campaña de Almanzor, ya que la noticia le fue enviada a Córdoba; fue más bien el resultado de un desgraciado choque fronterizo puramente casual.​

Se le llevó provisionalmente a Medinaceli, cuartel general de la marca media y al terminar la aceifa, ordenó Almanzor la vuelta a Córdoba, llevando entre el bagaje a su ilustre prisionero casi agonizante. El 29 de junio, cuatro días después de su llegada, expiró. La investigación más reciente señala que «el eslavo Qand, gobernador de la marca, aplica los remedios a su alcance, falleciendo en sus manos el prisionero».

​Hay que reconocer de Almanzor no llevó la venganza hasta después de su muerte, puesto que entregó su cuerpo a los cristianos cordobeses, que le dieron honrosa sepultura en la iglesia de los Tres Santos, de donde fue trasladado cinco años después al monasterio de San Pedro de Cardeña, lugar que él había favorecido con especial devoción, gracias a las gestiones de su hijo Sancho García.


García Fernandez, Defensor de la frontera del Duero: García resiste frente Almanzor

De muchas de sus campañas no nos dijeron nada los historiadores musulmanes, sin duda porque no fueron brillantes. Con tenacidad admirable, García cerró el paso al invasor y se quedó solo: Bermudo había pactado, Sancho Abarca se había sometido y Borrel había visto Barcelona saqueada e incendiada.

Comprende que le era imposible conservar las plazas alejadas y, así, decide en 984 retirarse a Sepúlveda abadonando Atienza. Ambas plazas se pierden tras la toma de Simancas.

Después de la aceifa de 987 a León, Bermudo II se retira a Galicia. García se presentó al otro lado del Cea con el intento de erigirse en defensor de aquella tierra desamparada por su señor legítimo.


El condado de Castilla y Fernán Gonzalez

Ramiro II tuvo dos matrimonios. El primero fue con Adosinda, hija del conde gallego Gutier Osoriz, que fue repudiada en 931. Fruto de esta unión el rey tuvo dos hijos: Bermudo, que falleció sin descendencia en 941, y Ordoño, nacido en 925 y casado con Urraca Fernández, hija de Fernán González. Se casó en segundas nupcias con Urraca Sánchez, hija de Sancho Garcés I y Toda Aznárez. De esta unión nacieron Sancho (futuro rey de León), Elvira, Teresa, que fue esposa de García Sánchez I de Pamplona, y Velasquita.

Tras la abdicación de Ramiro II, su hijo Ordoño III fue nombrado rey de León sin aparente oposición. Desde ese momento su hermano Sancho no aparece en la documentación leonesa y parece que emigró al lado de su tío García I Sánchez, rey de Navarra, y de su abuela Toda.

Desde los inicios de su reinado tuvo que hacer frente a nuevas acometidas de 'Abd al-Rahman III.

En 954 Ordoño III tuvo que hacer frente a un intento de su hermano Sancho de destronarle y apoderarse del trono leonés. En este objetivo fue apoyado por su tío García, rey de Pamplona, y por Fernán González. Cada uno de ellos avanzó hacia León con su propio ejército. Ordoño III se defendió con éxito y los rebeldes tuvieron que regresar a sus territorios. Tras este hecho, Fernán González volvió al servicio de Ordoño III, sin que hubiera más problemas entre ellos hasta el fin del reinado de Ordoño.

Para explicar el comportamiento de Fernán González en contra de su yerno se han esgrimido varias hipótesis fundadas en una adición del obispo Pelayo de Oviedo que afirma que Ordoño III habría repudiado a su esposa Urraca Fernández para casarse con una mujer llamada Elvira o Teresa, la cual sería madre de Bermudo II de León. Sin embargo, actualmente varios investigadores han puesto en duda este repudio y aseguran que Bermudo II es hijo de Ordoño III y Urraca Fernández.

En 955 se atacó la fortaleza castellana de San Esteban de Gormaz y se venció a los castellanos pero no se consiguió el dominio de la fortaleza. Mientras tanto, Ordoño III tenía que someter una rebelión de los condes gallegos, que fue sofocada rápidamente, y luego inició una razzia contra Lisboa. En este momento se inician conversaciones de paz firmadas en 955 a cambio de que muchas plazas fronterizas fueran entregadas a los musulmanes o, al menos, desmanteladas. En 956 Ordoño solicitó la inclusión en la tregua del conde Fernán González, tal y como cuenta Ibn Jaldún.

Ordoño III murió de enfermedad en 956 y fue enterrado en León. Aunque contaba con un hijo, Bermudo, su hermano Sancho aprovechó la oportunidad para asumir de forma pacífica el trono leonés, con apoyo de los navarros y del conde de Castilla.


lunes, 8 de julio de 2019

La flota castellana del almirante Fernán Sánchez de Tovar llega hasta las afueras de Londres (1380)

En la “Crónica de Juan I” de Pero López de Ayala, se recoge un interesante testimonio para la historia naval castellana. En efecto, según indica el literato alavés, a finales del verano de 1380, el almirante de Castilla Fernán Sánchez de Tovar, consiguió realizar una gesta impensable hasta entonces, pues, al mando de una escuadra de 20 galeras, consiguió remontar el río Támesis, llegando hasta las afueras de Londres:

"E fuese para la la çibdad de Sevilla [Juan I], e allí fizo armar veynte galeas, las quales, enbió con don Ferrand Sánches de Tovar, su almirante, en ayuda del rey de Françia; pero que el rey de Françia, pagó lo que costó armar las diez galeas d´ellas, segund los tratos que eran entre ellos. Las quales, fizieron grand guerra este año en la mar a los yngleses. E entraron por el río de Artamisa, fasta çerca de la çibdad de Londres, a do galeas de enemigos nunca entraran" (Pero López de Ayala, “Crónica de Juan I”, año 1380, cap. I).

Esta historia, en general, es bastante conocida. Sin embargo, lo que poca gente sabe es que, en unas cuentas de ese año, conservadas en el Archivo Histórico de la Nobleza, se registró el número de tripulantes, las pagas que éstos recibieron por servir durante tres meses en la nave y el coste total del flete de una de las galeras de la escuadra de Tovar, la cual, según las palabras del propio monarca castellano, se armó "para yr en nuestro serviçio contra los yngleses, nuestros enemigos", cuyo patrón se llamaba Alfonso Ferrández de Estúñiga, quien cobró un total de 9.000 maravedís. Los tres cómitres de la embarcación, cuyos nombres eran Pedro Ferrández, Marcos García y García Álvarez, cobraron, cada uno, 845 maravedís. El escribano de la nave, recibió 800 maravedís. El carpintero, el calafate, el remolar, el cirujano, el palomer, el centruel y el trompeta de la galera, cobraron, cada uno, 600 maravedís. En la paga de 30 ballesteros, se abonó un total de 24.000 maravedís, es decir, 800 maravedís para cada uno. En cuanto a los 174 remeros de la nave, las cuentas distinguen entre dos tipos. El primero, conformado por un total de 34 galeotes, cobraron, cada uno, 540 maravedís. El segundo tipo de remeros, un total de 140, cobraron, cada uno, 600 maravedís. Por último, dos “racones”, tipología de tripulante que no he podido localizar en ningún sitio, cobraron, cada uno, 50 maravedís. La suma total del flete del navío y de las pagas de los tripulantes, ascendió a un total de 147.365 maravedís.

Fuente: Archivo Histórico de la Nobleza, Osuna, C. 85, doc. 1


martes, 2 de julio de 2019

Interesante comic sobre zombis en la edad media

¿Y si la historia que conocemos no fuera cierta? ¿Y si, en realidad, no se hubiera tratado de una plaga, sino de una infección zombi?

Nos encontramos a finales del siglo XIV y la Muerte Negra, una gran plaga que dejará más de veinte millones de cadáveres a su paso, está asolando Europa. Ahora bien, ¿y si la historia que conocemos no fuera cierta? ¿Y si, en realidad, no se hubiera tratado de una plaga, sino de una infección zombi? Roderick Helms, antiguo cruzado, y sus «agentes secretos» de la Iglesia, los Fiat Lux, deben dar con la causa de este brote que devuelve la vida a los muertos y extinguirlo antes de que acabe con toda la humanidad.

Pestilence está escrito por Frank Tieri (Marvel vs. Capcom, Lobezno, Deadpool), maestro de la violencia, de la sangre y de las tripas, de las mutilaciones, y cuenta con los espectaculares dibujos de Oleg Okunev, ilustrador ucraniano, y con las portadas de Tim Bradstreet (El castigador, Hellblazer), ilustrador nominado a los premios Eisner.

*Este volumen incluye los seis números de Pestilence, el gran éxito de AfterShock, la editorial más irreverente de EEUU.


lunes, 1 de julio de 2019

Yelmo nº14 de la cultura Vendel

Impresionante réplica del yelmo numero 14 de los yacimientos era Vendel de Upsala (Suecia) museo nacional de arqueología de Estocolmo.

Recalco una vez mas, máxime hoy cuando prácticamente todo se identifica con "vikingo". Los yelmos de la era Vendel NO SON VIKINGOS. son pre vikingos, del mundo escandinavo / nórdico, pero no vikingos.