domingo, 31 de mayo de 2020

Navarra y Castilla en tiempo de Sancho el Mayor

En un tiempo en el que Castilla gobernada aun por condes y no por reyes, perteneció a la monarquía Pamplonesa de Sancho de Najera. Todo indicaba que las relaciones entre Navarra y Castilla no se enturbiaron nunca viviendo el conde de los buenos fueros (Sancho Garcia de Castilla). Hay, es verdad, una serie de documentos de Sancho el Mayor de Navarra, en los que se dice gobernar en Alava, y en Castilla antes de 1017. Podemos decir sin embargo, que es una pretensión desmentida de los hechos. 

Fray Justo Perez de Urbel

La familia de los Velas y la política contra Castilla

En Najera y sus alrededores arraigaran los tres hijos del conde vizcaino, Lope, Sancho y Aznar, que srán buenos servidores del rey navarro frente a los intereses de Castilla. De esta manera se "navarrizó"aquella porción de ka Cantabria visigoda que no se incorporará a Castilla hasta la segunda mitad del siglo XI. Sin duda los Velas apoyaron  solapadamente  esta política  tanto en la frontera  de Alava como en la de la Rioja, y este  fue, al parecer el motivo de su expulsión  por Fernán González. Desde este momento, los encontramos en todos los ejércitos que combaten a Castilla, moros, leoneses y navarros, pero era preferible que luchasen fuera a que conjurasen dentro. 


lunes, 25 de mayo de 2020

El cine es lamentable en su aspecto histórico

El vestuario de la famosa serie turca Diriliş Ertuğrul, que busca retratar a Anatolia del siglo XIII vs. Como realmente se vestían los guerreros


jueves, 21 de mayo de 2020

La luisiana Española

26 de Mayo de 1780, una fuerza de 300 británicos y unos 900 indios aliados atacan la ciudad de San Luis, defendida por 29 soldados del Regimiento de Luisiana y 281 civiles armados. Los británicos se prometían una fácil victoria, sin saber que el previsor Capitán Fernando de Leyba se había apresurado a fortificar la ciudad, construyendo cuatro torres, empalizadas y trincheras, contra las que se estamparon todos los asaltos de indios y británicos, que tras dos horas de acometidas infructuosas tuvieron que retirarse ante la brava defensa española. En la imagen se puede ver la torre de San Carlos, punto focal de la defensa.


Los bretones

El concepto de nación en la Edad Media es muy diferente al nuestro, ampliamente heredado del siglo XIX. Los bretones se mostraban orgullosos de su romanidad, pero no era sistemático. Sin embargo, se encuentra una conciencia de ser bretón, especialmente en las élites. Se reconocían entre sí como cives, ciudadanos, y más tarde como combrogi, del mismo país (que dio el nombre galés de Gales, Cymru).

Sin embargo, la identidad tribal era la que predominaba. Ella se conectaba a las épocas romanas y romanas. La tribu se había convertido en la ciudad o civitas, que luego se convirtió en reino. Los reinos y los reinos bretones insulares se enfrentaron a guerras frecuentes. Se llamaron extraños para luchar contra otros bretones. A veces, el Saxón o el irlandés podían parecer menos extraños que el bretón de al lado...

Tal vez sea para matizar entre los bretones armoricanos, procedentes de regiones cercanas (los líderes laicos y religiosos son a priori originarios del sur del actual País de Gales o Dumnonia), agradecido como bretones entre galos y francos. Sin embargo, no estarán exentos de guerras y disputas intestinas (por ejemplo, el conflicto entre Conomor y Judual, apoyado por los francos).

Como se ha visto en un artículo anterior sobre la etnogénesis de los bretones armoricanos, las identidades son labiles y cambiantes en función de las influencias culturales.

También es a menudo el vínculo de hombre a hombre que prime sobre la pertenencia a un pueblo. No es sorprendente encontrar una importante parrita en los siglos V-VIDA, citemos el nombre britónico del primer jefe de los Gaewissae, Cerdic, cuyo territorio se convertirá en el Wessex, uno de los reinos más poderosos anglosajones. La batalla de Cattraeth, celebrada en el poema épico 'Y Gododdin' ha podido ver enfrentarse a bretones y Anglosajones en ambos lados (Gododdin y Bernicia por un lado contra Rheged y Deira por el otro? ), lo que será todavía en el siglo VIII cuando los bretones del Powys y del Gwynedd se alien a la Mercia contra los Ángulos de Northumbria. Nuestra percepción de dos pueblos enemigos, bretones por un lado y anglosajones por el otro, está ampliamente relacionada con la lectura de las fuentes posteriores, como Bède el Venerable, o los compiladores y analistas galeses como sajones de los IX-Xe, describiendo Hechos ya anteriores de varios siglos pero trabajando ante todo para justificar las pretensiones hegemonistas de sus propios soberanos (como Hywell Dda o Alfred de Wessex).

Todavía hay subconjuntos o pagi (país), pero difícil saber mucho sobre ellos. La unidad más pequeña era el clan o cenedl, es decir, el parentesco cercano.


martes, 12 de mayo de 2020

Jinetes alanos del siglo V

Guerreros a caballo con apariencia oriental. Seguramente se trata de jinetes hunos, pero sin duda alguna no creo que se diferenciaran mucho de los guerreros alanos llegados en el siglo V a la península ibérica.

Como los hunos, los alanos de esos siglos tenían una mas que notable influencia oriental llegadas de las estepas euro asiáticas o del mundo iraní.

En la imagen se ve al jinete cargando arco en mano contra varios soldados tardo romanos. Nuevamente vemos como porta un yelmo de tipo Niederstotzinger. Un elemento que se ha puesto muy de moda por su exotismo, lo cual no significa que fuera el elemento mas popular. 

Los alanos como gran cantidad de pueblos en aquellos años, incorporaron elementos propios del mundo tardo romano a sus elementos guerreros, fusionados o mezclados con armas y protecciones propias de su cultura.

lunes, 11 de mayo de 2020

El desafío de Barletta

El «desafío de Barletta», celebrado en septiembre de 1502, al originarse un torneo caballeresco que enfrentó a once caballeros franceses frente a once españoles, donde los principales paladines de los dos ejércitos defendieron el honor de su patria. 

Por aquellos días, Diego estaba convaleciente de unas heridas, pero el Gran Capitán fue a su cámara y le dijo que era uno de los elegidos para luchar contra los franceses. Paredes le hizo saber de su estado, pero Gonzalo le replicó que así como estaba participaría en el torneo. 

Diego García se incorporó, pidió sus armas y aceptó el reto. Un batallón de soldados venecianos guardaba el campo donde iban a lidiar los caballeros, y en cuyos alrededores se situaron los jueces, así como gran número de espectadores. 

Los paladines de Francia estaban capitaneados por el célebre caballero Pierre Terraill de Bayard. Según las crónicas, la épica lucha duró más de cinco horas. De los españoles fue hecho prisionero Gonzalo de Aller, y de los franceses falleció un caballero a manos de Diego de Vera y otro fue rendido por Diego García de Paredes. 

Otros siete caballeros franceses fueron desmontados por sus rivales, pero se atrincheraron detrás de sus caballos muertos y los españoles no pudieron terminar de acometerlos, ya que sus propios caballos se espantaban del olor de la sangre de los animales muertos. 

En este punto, y con la noche encima, los franceses solicitaron detener la disputa, dando a los españoles por «buenos caballeros». 

A la mayoría de los españoles les pareció conveniente, igualmente fatigados por la interminable contienda y satisfechos al dejar su honor a salvo, ya que habían llevado la mejor parte durante la lucha y habían obtenido el reconocimiento del contrario. Sin embargo, Diego García de Paredes, quien solo concebía la victoria absoluta, no estaba conforme con esta resolución y sentenció que «de aquel lugar los había de sacar la muerte de los unos o de los otros».

En una demostración más de sus fuerzas prodigiosas, «con muy grande enojo de ver cómo tanto tiempo les duraban aquellos vencidos franceses», ​con su caballo gravemente herido y viéndose con las manos desnudas tras romper la lanza y perder accidentalmente la espada, se dirigió a las enormes piedras con las que se había señalado el término del campo y empezó a arrojarlas brutalmente contra los caballeros franceses, ante el asombro de la multitud y de los propios jueces, que parecían rememorar «las luchas de los héroes en Homero y Virgilio, cuando rotas las lanzas y las espadas, acuden a herirse con aquellas enormes piedras, que el esfuerzo de muchos no podían mover de su sitio».​

Este momento fue aprovechado por los franceses, que «salieron del campo y los españoles se quedaron en él con la mayor parte de la victoria».Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos de Paredes, los jueces del tribunal dictaminaron tablas, sentenciando que la victoria era incierta, de tal manera que a los españoles «les fue dado el nombre de valerosos y esforzados, y a los franceses por hombres de gran constancia».