Nos acercamos a la fecha en la que en Dios romano Jano da la bienvenida al nuevo año.
Jano era representado con dos caras, una de ellas mirando al pasado, y otra más joven mirando al futuro (año por venir). El mes de Enero tomó su nombre en el calendario romano de esta divinidad.
En la Hispania romana, los habitantes de las provincias se reunían durante esta fecha para celebrar copiosas cenas llenas de abundancia con el fin de auspiciar la fertilidad del año entrante. Era tradición también jugar a juegos de azar; como los dados y las cartas, pensando que el ganador de dichos juegos era un bendecido de los dioses al que otorgarían al fortuna en el próximo año.
Estas tradiciones se mantuvieron durante la Europa cristiana, tanto en el mundo visigodo, como durante la plena y baja edad media. En muchos casos acompañados de bailes carnavalescos donde las gentes utilizaban mascaras y cuernos de ciervos como atributos evocadores de la fertilidad de la tierra y la abundancia.
Aún a día de hoy, en el siglo XXI, nos reunimos la noche del 31 al 1 de Enero para dar la bienvenida al mes de Jano (January - Genarius - Enero). Como en el pasado, las cenas abundantes en familia y los juegos de azar al terminar la cena, recuerdan aquellos tiempos paganos en los que por medio de dichos rituales invocábamos la bendición de los dioses implorando abundancia, buenas cosechas, y fortuna en el año que entraba.
Algunas evidencias que demuestran la supervivencia de cultos paganos en la iconografía y tradición popular hispánica hasta bien entrada la edad media. Lo tenemos en la representación del "Jano" bifaz que recibe al mes de Enero en el calendario agrícola de la colegiata de San Isidoro de León.
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