Hemos visto como la zona del norte, profundamente desarticulada tras los sucesos del siglo VIII, había quedado extremadamente deprimida desde el punto de vista demográfico.
Todo hace pensar que las estructuras territoriales visigóticas y tardo-romanas se descompusieron efectivamente. De la antigua red urbana queda el nombre y prestigio de algunos asentamientos tal como reflejan las crónicas del siglo X. Tales núcleos apenas estarían habitados, siendo a lo más pequeños puntos débilmente fortificados sobre las ruinas de ciudades anteriores.
Tres son las denominaciones más habituales que se dan a los lugares habitados en esta época: civitas, castrum y villae. Son tipos de núcleos cuyos perfiles no aparecen claramente definidos y a veces presentan una cierta ambigüedad en sus términos.
La civitas es una denominación común al occidente europeo y denomina a un tipo de poblaciones en las que se desarrolla un cierto poder institucional y una ascendencia sobre el territorio circundante que, en numerosas ocasiones incluye la dignidad episcopal. En la meseta existen poblaciones que habían sido sede episcopal durante la época visigótica (Asturica, León, Auca, Palantia, Salamántica, Avila, Segovia y Uxama).
De entre todas las poblaciones que se habían hecho acreedoras a la denominación de “civitas” se consolidarán como tales durante el siglo XI algunas de ellas; león, Astorga, Zamora son las principales del reino de León. Las dos primeras surgen sobre los recintos de trazado romano que aún se conservan, la tercera es, sin embargo, una “civitas” nueva de creación. Poder militar, poder eclesiástico y dominio sobre el territorio son los tres aspectos principales que definen el carácter de estos núcleos.
A lo largo de los siglos IX hasta principios del XI, según Félix Benito Martín, las "civitas" eran ciudades establecidas como tales en el tiempo de los godos, muchas de ellas despobladas tras el colapso de la invasión musulmana, y repobladas tras reconquista de las tierras.
Sustentaban el poder político y eclesiástico. Las mas importantes fueron: Asturica, León, Auca, Palantia, Salamántica, Avila, Segovia y Uxama, para el reino de León. Y Burgos para el condado de Castilla
El origen de la denominación “castrum” aparece muy tempranamente en las crónicas referidas a poblaciones. Ya desde el siglo VIII queda claro su carácter genuinamente militar y de control del territorio. Muchos de ellos se levantan sobre asentamientos pre existentes celtibéricos de la edad del hierro o hispano-romanos. En ocasiones la existencia de un punto ya poblado atrae de manera explícita a los repobladores, pero en otros casos la fractura histórica del siglo VIII y parte del IX supone una solución de continuidad en la ocupación de dichos lugares.
Como todo sistema de ocupación y control, las líneas defensivas de castros, claramente estructuradas durante la repoblación tienen una imbricación absoluta con el territorio. Una visión espacial de la localización de las principales líneas establecidas es muy reveladora de la visión del espacio que tuvieron los repobladores.
Hay que señalar que van a ser los valles los elementos fundamentales que atraerán la atención de los nuevos pobladores para controlar el territorio.
Los castrum fueron principalmente fortificaciones militares construidas sobre otras previas de época visigoda o romana. En parte se puede decir que fueron los orígenes de los castillos bajo medievales. Estaban amurallados, bien con empalizadas de madera o de piedras. Dentro de las cuales se establecía un núcleo urbano, y un destacamento militar bajo mando de algún pequeño aristócrata
Hay un tercer factor que es fundamental a la hora de conocer el territorio y su ocupación en la meseta superior, sobre todo en sus zonas centrales, y es el contacto campo – páramo que se produce en ellas. En efecto, el páramo y la campiña son dos realidades complementarias que marcan el carácter de los diversos ámbitos. El páramo, boscoso en tiempos medievales, más pobre agrícolamente, determinará una ocupación extensiva muy adecuada para la explotación ganadera. La campiña por el contrario es más apta para el cultivo de cereal.
La configuración de los castros era prácticamente homogénea en toda la región. Consistía en un pequeño recinto cercado, donde la función militar y residencial estaban estrechamente imbricadas. Sistemáticamente se asentaban en elevaciones de terreno, más o menos abruptas, con la misión de controlar el territorio. Su envolvente es casi siempre circular o elíptica, adaptándose a la cima del promontorio. El tipo es absolutamente homogéneo en toda la mitad septentrional de la meseta
La documentación alto medieval está repleta de menciones de “villa”. Se trata sin duda de la célula residencial básica de asentamiento de la primera repoblación y, aunque las acepciones de “villa” ofrecen diversos matices y no obedecen a una realidad homogénea, hoy conocemos con suficiente aproximación su constitución.
La tipología de “villa” no es homogénea en todo el territorio. En el páramo la estructura de asentamiento consistía en una “hereditas” en torno a un minúsculo núcleo formado por la “corte” con sus casas, herrenes, corrales etc. Estas fueron de origen familiar, cuyos vínculos continuaron manteniendo los pobladores. Sin embargo en la campiña se detectan poblaciones más complejas en las que las propiedades se delimitan.
La transformación de estos primeros núcleos, y fundamentalmente las “villa” como célula primaria de ocupación del territorio, en comunidades de aldea o núcleos mayores constituye una de las claves del entendimiento del proceso de formación urbana de Castilla y de León.
En sus orígenes las villas no eran mas que pequeños asentamientos humanos, algunos sobre nucleos ya existentes, otros creados por los repobladores. Estos asentamientos sufrieron muy primitivos y rurales, fueron sufriendo un ascenso poblacional y urbanístico desde el siglo IX hasta principios del XI. Normalmente las villas crecían en torno a pequeños aristócratas vinculados con la realeza por medio de vasallaje.
Felix Benito Martín - El sistema medieval de asentamientos en Castilla y León. I - LA ÉPOCA ALTO MEDIEVAL 840 - 1035. LA REPOBLACIÓN AL NORTE DEL DUERO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario