Puede parecer chocante, pero el norte de Hispania
durante la alta edad media, especialmente tras el colapso que supuso la
invasión musulmana, era una tierra empobrecida con respecto al sur. Los grandes
castillos que se hicieron populares en el siglo XIII, no eran aun un reflejo
real de la sociedad medieval peninsular.
Normalmente la construcción de un castillo requería
muchísimo esfuerzo, poder adquisitivo y tiempo. Unas generaciones comenzaban un
trabajo que a buen seguro terminarían otras. Así pues es frecuente encontrarse
con castillos cuyos orígenes datan del siglo X u XI, pero su estilo es propio
de siglos posteriores. Esto se debe a que comenzaron a construirse en esos
años, seguramente sobre estructuras anteriores, y terminaron de construirse
bajo la forma que conocemos muchos siglos después.
Bajo el “terror” normando al cantábrico, tomaron
relevancia algunas construcciones importantes para la defensa del litoral. El
castillo de San Martín construido por
Alfonso III (866 – 910 ) en la
entrada del río Nalón para defender la zona de los piratas nórdicos.
Precisamente, y según se cuenta, un buen ejemplo de lo expuesto anteriormente,
ya que el castillo de San Martín fue un castro celta previo.
En Villaviciosa una atalaya con muro de base
visigoda. En Ribadesella una posible ubicación del mítico castillo de Bivanoe
etc. Nos demuestra aparentemente lo que parece un intento en toda regla de los
monarcas astures destinado a la protección de sus rías por medio de un sistema
defensivo “anti normando” que giraría entorno al castillo de Gauzón como modelo
base. También ocurrió en Galicia con las míticas torres de Catoira. Todos
ellos, ejemplos de fortalezas construidas durante los siglos oscuros. De
apariencia muy tocas, conservando aun una notable influencia en su estructura
del mundo tardo antiguo, si bien no predominante, si residual.
De todos modos los grandes castillos no fueron la
tónica contra la que se chocaron los vikingos a su llegada a España. Muy
posiblemente los ataques que se realizaban en pequeños lugares, tenían lugar
contra torres o pequeñas fortalezas que diferían mucho de las titanicas
construcciones posteriores mas propias de siglos aun por llegar como el XIII o XIV
Los grandes castillos medievales no llegarían hasta muchos años después estando localizados en lugares muy concretos. La mayoría de las fortificaciones durante la alta edad media encargadas de custodiar caminos, pasos, o pequeñas villas serían de tipo motas
El modelo predominante eran castillos pequeños que
se construían siempre que se podía aprovechando fortalezas previas. ¿Qué sucedía cuando no había una fortaleza
previa?. En ese caso había que comenzar desde cero, indudablemente fue el
caso de muchos señoríos locales creados durante la alta edad media. Señores con
tierras que proteger o regir por mandato de condes o reyes que empezaban la
construcción de una empalizada de madera a modo de muro , que con el paso de
los años y la prosperidad del lugar terminaría siendo de piedra. En su interior
una torre central dominaba el lugar, seguramente también de madera en sus
inicios.
Hay no obstante una construcción típica en la alta
edad media, que se creía inexistente en Hispania, me refiero a las populares
“motas” de madera típicas en el mundo franco y anglo-sajón.
Torres defensivas construidas sobre elevaciones del
terreno, rodeadas de un muro de madera o piedra, muy posiblemente siguiendo el
procedimiento antes comentado. Primero de madera para ser sustituida con el
tiempo por muros de piedra. En España parece que no fueron tan habituales como
en otras partes de Europa occidental, incluso se pensaba que no habían existido
al estilo de las inglesas. Idea desechada desde hace tiempo al encontrar
numerosas evidencias de las cuales hablaremos mas tarde.
En las islas británicas la más popular de las motas
es la de Tombridge. En España una de
las más populares por su anomalía con respecto a las demás, es la mota de Tres
Palacios en Cantabria.
Las construcciones defensivas terreas, como también
se conoce a las motas, representan una complejidad importante, mucho más de lo
que a simple vista parecían.
Enormes taludes, colinas artificiales construidas
únicamente para consolidar la posición, fosos, rampas, eran elementos
habituales en las motas altmedievales hispanicas.
La mota de tres Palacios en Cantabria es uno de varios ejemplos de construcciones de tipo "mota" en los reinos cristianos de la península ibérica.
En las actuales provincias de Valladolid, Burgos y Palencia las fortificaciones terreas se hallan
sobre relieves elevados en las márgenes de grandes ríos: Alarzón, Arlanza, Carrión, Pisuerga, ya sea sobre cerros
adelantados y aislados a media altura entre los páramos, ya se sitúen sobre un
espigón, o sobre un curso vadeable o bien comunicado, como pasa en Cabezón y Pampliega.
Escribano Velasco en su publicación del 2001 –Analisis del macrorelieve en arqueología
medieval. Establece una relación directa entre estos “castillos terrenos” y
lugares estratégicos de lejanos tiempos. Exactamente enclaves defensivos de la edad del hierro reutilizados por
romanos y visigodos.
El propio Escribano nos describe como serían las
motas alto medievales de los siglos oscuros en las tierras al norte del Duero,
Galicia y cornisa cantábrica
(..) Las motas
suponen una sobreelevación artificial de aspecto cónico, máso menos desmochado,
debido al aporte de tierras procedentes de la excavación de grandes fosos que
las circundan. Puede presentar diferentes plataformas de altura y dimensiones
variables, plantas circulares y ovaladas y fuertes pendientes en todos sus
flancos garantizando así la inexpugnabilidad del reducto.
En ocasiones, como
ocurre en el Castillo de Torquemada, se conservan aún un puente sobre el foso.
En la parte alta de la colina se levantaría la torre de madera (..)
Parece que se trataba de posiciones defensivas
construidas sobre elevaciones naturales del terreno, que además eran reforzadas
para su defensa con empalizadas de madera, fosos con agua, etc. Sin ninguna
duda se trataba de castillos en miniatura que en muchos casos posiblemente
precedían a las grandes construcciones posteriores. En estas fortalezas
compuestas por torre y empalizada circular, se situarían señores, o caballeros
encargados de custodiar caminos (Caso de
mota de Tres Palacios - Cantabria). O bien simples custodios de fronteras
trabajando para sus señores, regidores de áreas.
Las motas medievales en los reinos cristianos del norte del Duero, llegaban a ser creadas sobre colinas elevadas por la mano del hombre con el único pretesto de construir una torre de madera fortificada con una empalizada que controlara la zona encomendada por algún aristocrata
El estado actual de la mayoría de las motas
españolas, y el poco interés que despierta en este país cualquier estudio
histórico que no esté relacionado con la guerra civil, el siglo XIII, o el
renacimiento, hacen difícil poder establecer un origen cronológico de las
mismas. Hay quien asegura que muchas de ellas datan del siglo IX y del X, sin
ser nombradas como motas en aquellos tiempos.
(..) Jalonaban vías
de comunicación de importancia, aunque no existen datos concretos de un sistema
como tal destinado a ello. (..)
Nuevamente la medievalista Consuelo Escribano
Velasco nos dice:
(..) Todos
estos enclaves se encuentran inventariados como yacimientos arqueológicos que
es posible poner en relación con otros de origen alto medieval en otras zonas
de la meseta norte situados en el valle del Duero, del Cega o del Eresma (..)
No podemos olvidar que en la alta edad media no son frecuentes las alusiones a
territorios poblados, organizados y zonas controladas desde núcleos fortificados
por élites sociales desde el siglo IX.
Grimaldo nos
confirma la existencia de una organización territorial dependiente de la
fortaleza de Muño en el siglo X “territorium muniensis castri” y de su tenente, el conde, que desde aquí
organizaba la repoblación y reorganización de algunos otros territorios como
Roa sobre la línea de Duero (..)
Parece evidente que muchas fortificaciones de tipo
“mota” ocuparon un espacio vacío en medio de la nada, dando fuerza a la teoría
de posiciones destinadas al control ocasional de caminos, tierras y fronteras.
O fortificaciones destinadas a políticas concretas como la repoblación de las
tierras al norte del Duero expuesta por Consuelo Escribano, o la vigilancia
territorial.
En la zona del norte peninsular, dentro del territorio
exacto bajo ataques normandos, no encontramos referencias directas a ataques a
motas. Pero pensamos que fueron posibles al tratarse de una fortificación
defensiva destinada a controlar las tierras, estando documentada en el norte de
España con la ya nombrada Mota de Tres Palacios en Cantabria, o la mota
medieval de la iglesia de Alaiza (Alava). Pintura a la izquierda de artículo,
que nos deja ver un aparente ataque a la fortificación, la cual es a su vez es defendida desde las murallas por guerreros
Alvar Ordoño - Articulo escrito para la revista impresa de Hispania de los Vikingos especial Reinos Hispanos. Y publicado en el magazine online de Hispania de los Vikingos el 17 de Abril del 2016 bajo el titulo de: Castillos y motas en la alta edad media hispanica
No hay comentarios:
Publicar un comentario