Los celtíberos han pasado a la historia como fuertes guerreros que no se rinden ante sus enemigos y están dispuestos a luchar hasta las últimas consecuencias, lo que no deja de ser una imagen estereotipada que viene de lejos. Un guerrero se podría decir que, venciera o perdiese, siempre sacaba algún provecho de la batalla: si vencía, adquiría poder, fama y prestigio en su comunidad y ante sus enemigos; si, por otra parte, perdía y perecía, habría recibido la más gloriosa de las muertes y, y tendría un puesto de honor en el más allá; pero lo peor que podía hacer un guerrero era rendirse, es decir, entregar sus armas.
Este mundo tan militarizado, en el que por encima de todo existe una ética guerrera, estaría influido por la religiosidad, pues prácticamente todas las culturas antiguas realizaban ritos previos y posteriores a las batallas (sacrificios, augurios, celebración de victorias…). Además, en referencia a lo anteriormente dicho, la muerte en la batalla estaba envuelta en algún tipo de magia especial, se moría joven, sí, pero con honor y gloria: una “bella muerte”. Cabe destacar también que la gran mayoría de dioses que conocemos están relacionados de algún modo con la guerra.
Tenemos constancia de un personaje que cabalga entre lo divino y lo humano, donde podemos ver reflejado este ethos guerrero. Este personaje es Olíndico, que aparece representado por Floro (I, 33, 14), cuyo texto, aunque breve, es una buena descripción de cómo serían esos jefes de los pueblos celtibéricos, que parecen estar a medio camino entre el liderazgo militar y el mundo religioso.
Las armas toman un papel fundamental para cualquier guerrero y a lo largo de la historia, muchas se han rendido ante un enemigo más poderoso. Por ejemplo, una rendición muy conocida en el mundo antiguo (escapando del mundo celtibérico) es la de Vercingetorix ante César: la visión de este héroe ataviado con su mejor armadura y arrodillándose ante César debió resultar asombrosa, ya que arrojar las armas significaba reconocer una aplastante derrota. Volviendo al ámbito celtibérico, sabemos por diversas fuentes que los numantinos prefirieron morir de hambre y enfermedad antes que rendirse y entregar las armas a Roma; hecho que, sin duda, camina entre la historia y la leyenda que se forjó desde antiguo en torno a Numancia. No obstante, la entrega de armas para ellos habría significado la pérdida de la libertad, algo que seguramente valoraban más que su vida. Pero no podemos olvidar que la realidad histórica nos demuestra que se dieron con frecuencia deditiones (rendiciones) de comunidades celtibéricas en el proceso de expansión militar de Roma, principalmente en el siglo II a.C.
Pero en cuanto al armamento hay un hecho que se da en el mundo celtíbero (aunque no exclusivo del mismo) que se considera un ritual como tal, la destrucción de las armas doblados o perforados con clavos. Estas prácticas se llevarían a cabo para inutilizar los ajuares (pues no sólo aparecen rotas las armas, sino también otros objetos). Esto puede deberse a la necesidad de hacer una muerte ritual del objeto para que el difunto pueda atravesar con sus pertenencias a la otra vida. Cabe destacar que las espadas habrían sido el arma que otorgaba más prestigio a su portador y algunas de ellas presentan hermosas decoraciones.
El panteón celtíbero, cargado de dioses guerreros, y el hecho de que su ferocidad, fuerza y entrega a la lucha hayan pasado a la historia, tópicos aparte, parece indicar que el culto y la guerra marchaban de la mano, en una sociedad en el que el más fuerte se alzaba sobre los demás.
Lanza hecha completamente de hierro en una sola pieza que alcanzaba una altura de unos 2 metros y tenía la capacidad de atravesar armaduras y corazas.
Bibliografía:
AGUILERA DURÁN, T. (2012): “Una visión historiográfica alternativa: la deconstrucción del estereotipo del bárbaro prerromano”, Anesteria. Debates de Historia Antigua, 1, pp.543-555.
GARCÍA RIAZA, E. (2002): Celtíberos y lusitanos frente a Roma: diplomacia y derecho de guerra. (Servicio editorial de la Universidad del País Vasco). Vitoria.
JIMENO MARTÍNEZ, A. y DE LA TORRE ECHÁVARRI, J.I. (2005): Numancia, símbolo e historia. (Akal). Madrid.
SOPEÑA GENZOR, G. (1995): Ética y ritual. Aproximación al estudio de la religiosidad de los pueblos celtibéricos. (Institución “Fernando el Católico”). Zaragoza.
http://www.man.es/man/home.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario