Los nuberos, nuberus, nubleros o nubeiros son personajes de
la mitología asturiana, mitología cántabra, castellana y gallega. Se los llama
de las cuatro maneras respectivamente según qué mitología.
Controlan el tiempo a su voluntad y se divierten provocando tormentas y tempestades, lanzando centellas a los animales y arruinando las cosechas de los hombres con el granizo. Estos hacedores y rectores de inclemencias no dudarán en utilizar los rayos como armas si son atacados o molestados.
Entre las gentes de Cantabria y Asturias se les tiene temor por los destrozos que producen en los pueblos y a ellos se les atribuyen las temidas noches de aguaceros y tempestades. Es por ello que durante las horas de oscuridad los lugareños encienden cirios y hacen tañir las campanas para ahuyentarlos.
Al contrario que a los ventolines, los pescadores temen a los nuberos pues les culpan de las terribles galernas del Cantábrico, que les hacen regresar apresuradamente a puerto, donde les esperan las preocupadas gentes.
En Asturias son representados como hombres altos (según Aurelio del Llano, no para otros) de aspecto envejecido, grisácea barba, ancha boca, vestimenta oscura (de pieles, normalmente) y un gran sombrero picudo de ala ancha. Se los considera feos, diciéndose de forma popular que se es más feo que el nuberu. También existe otro dicho sobre los lugares de aspecto tenebroso que hace referencia al carácter malévolo que se le atribuye en Asturias: tien cara de nuberu.
Algunos estudiosos relacionan al nuberu con el dios escandinavo Odín o el germano Wotan, en cuanto a que una de las muchas atribuciones de este es la de dirigir las tormentas, y a la descripción física del nuberu. Muchas de las descripciones retratan al nuberu asturiano como tuerto, una de las características de Odín. También existen muchos paralelismos con el Entiznáu de la mitología hurdana, con el que comparte incluso rasgos de su indumentaria.
En Asturias, otro de los nombres que otorga la tradición al nuberu es el de Xuan Cabritu. Según se cuenta, vive con su mujer e hijos en lo alto de una montaña en una ciudad cubierta de nubes, y cuando sale de allí es para descargar tormentas y aguaceros sobre la gente. Algunos autores sitúan su casa en las cumbres entre Asturias y León, en una casa de tierra.
También existen versiones del cuento que sitúan su vivienda en lugares lejanos como Egipto. Sin embargo, no existe constancia de la presencia de mercaderes fenicios en Asturias como para llegar a esta conclusión, así que pudiera tratarse del resultado de la tendencia de la época sobre la que advertía Menéndez Pidal de orientalizar mitos pertenecientes en realidad a las tradiciones celta o germánica.
En Cantabria la tradición los describe como geniecillos traviesos y ladinos, de aspecto diminuto, cuerpo orondo y cara pérfida, montados siempre en plomizas nubes. Anclados en la superstición de la propia evolución cultural de los pueblos, encontramos sin ninguna duda todos esos dioses que no desaparecieron de sus creencias y mitologías, sino que mutaron y cambiaron adaptándose a los nuevos tiempos y nuevas creencias.
Es muy posible por tanto, que nuestro Nublero en la Castilla naciente de origen germánico visigodo, fuera realmente el viejo dios Wotan / Odin, o Gaut / Gautúr para los godos. Quien adoptó una nueva forma y personalidad para vivir en los nuevos tiempos que llegaban.
Por ello el viejo dios de la guerra, fue ahora genio de las tormentas, sin un ojo, con un sombrero grande y apoyado en un bastón. Atributos típicos del dios Odin. A la par que se encargaba de arrojar truenos y rayos contra la tierra, atributos típicos de Zeus, padre solar al igual que Wotan de la fuerza primaria patriarcal indoeuropea.
Controlan el tiempo a su voluntad y se divierten provocando tormentas y tempestades, lanzando centellas a los animales y arruinando las cosechas de los hombres con el granizo. Estos hacedores y rectores de inclemencias no dudarán en utilizar los rayos como armas si son atacados o molestados.
Entre las gentes de Cantabria y Asturias se les tiene temor por los destrozos que producen en los pueblos y a ellos se les atribuyen las temidas noches de aguaceros y tempestades. Es por ello que durante las horas de oscuridad los lugareños encienden cirios y hacen tañir las campanas para ahuyentarlos.
Al contrario que a los ventolines, los pescadores temen a los nuberos pues les culpan de las terribles galernas del Cantábrico, que les hacen regresar apresuradamente a puerto, donde les esperan las preocupadas gentes.
En Asturias son representados como hombres altos (según Aurelio del Llano, no para otros) de aspecto envejecido, grisácea barba, ancha boca, vestimenta oscura (de pieles, normalmente) y un gran sombrero picudo de ala ancha. Se los considera feos, diciéndose de forma popular que se es más feo que el nuberu. También existe otro dicho sobre los lugares de aspecto tenebroso que hace referencia al carácter malévolo que se le atribuye en Asturias: tien cara de nuberu.
Algunos estudiosos relacionan al nuberu con el dios escandinavo Odín o el germano Wotan, en cuanto a que una de las muchas atribuciones de este es la de dirigir las tormentas, y a la descripción física del nuberu. Muchas de las descripciones retratan al nuberu asturiano como tuerto, una de las características de Odín. También existen muchos paralelismos con el Entiznáu de la mitología hurdana, con el que comparte incluso rasgos de su indumentaria.
En Asturias, otro de los nombres que otorga la tradición al nuberu es el de Xuan Cabritu. Según se cuenta, vive con su mujer e hijos en lo alto de una montaña en una ciudad cubierta de nubes, y cuando sale de allí es para descargar tormentas y aguaceros sobre la gente. Algunos autores sitúan su casa en las cumbres entre Asturias y León, en una casa de tierra.
También existen versiones del cuento que sitúan su vivienda en lugares lejanos como Egipto. Sin embargo, no existe constancia de la presencia de mercaderes fenicios en Asturias como para llegar a esta conclusión, así que pudiera tratarse del resultado de la tendencia de la época sobre la que advertía Menéndez Pidal de orientalizar mitos pertenecientes en realidad a las tradiciones celta o germánica.
En Cantabria la tradición los describe como geniecillos traviesos y ladinos, de aspecto diminuto, cuerpo orondo y cara pérfida, montados siempre en plomizas nubes. Anclados en la superstición de la propia evolución cultural de los pueblos, encontramos sin ninguna duda todos esos dioses que no desaparecieron de sus creencias y mitologías, sino que mutaron y cambiaron adaptándose a los nuevos tiempos y nuevas creencias.
Es muy posible por tanto, que nuestro Nublero en la Castilla naciente de origen germánico visigodo, fuera realmente el viejo dios Wotan / Odin, o Gaut / Gautúr para los godos. Quien adoptó una nueva forma y personalidad para vivir en los nuevos tiempos que llegaban.
Por ello el viejo dios de la guerra, fue ahora genio de las tormentas, sin un ojo, con un sombrero grande y apoyado en un bastón. Atributos típicos del dios Odin. A la par que se encargaba de arrojar truenos y rayos contra la tierra, atributos típicos de Zeus, padre solar al igual que Wotan de la fuerza primaria patriarcal indoeuropea.
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