viernes, 22 de septiembre de 2023

Casas campesinas en la Comunidad de Madrid en tiempo de los godos

La referencia la podéis encontrar en el museo arqueológico de Alcalá de Henares. Concretamente se basa en los hallazgos del poblado alto medieval de Gozquez de Arriba, en el pueblo de San Martín de la Vega (Madrid)

En ella se puede ver como algunos campesinos utilizaban una oquedad cavada en el suelo, sobre la que establecían una estructura de madera a modo de cabaña. Con ello, la gente menos pudiente, aprovechaban las paredes de tierra fruto del hueco excavado, ahorrando así material para la estructura de madera de su casa. De esa forma solo necesitaban material para el tejado, y la pared frontal de la entrada.

Aun cuando esta construcción esta datada del tiempo de los godos en España. Lo mas probable es que no fuera usada por los godos, sino por los hispano celtas o romanos. Pues el pueblo godo como tal, formaba parte en su mayoría de una aristocracia en el poder. Si bien es cierto, en el siglo VI y VII, el concepto godo aplicado a España, ya no tenía un significado étnico, y el gentilicio venía a significar grosso modo: habitante del reino de los godos. 

De esa forma, en los siglos ya comentados, tanto hispanos de origen celta, como hispanos de origen romano, eran considerados godos por los propios godos de origen germánico. 

de la imagen yo destacaría, la semejanza existente entre esta casa localizada en los yacimientos de Madrid, con las casas escandinavas del periodo vikingo durante la plena edad media. 


viernes, 1 de septiembre de 2023

El guerrero del menhir de Soalar del valle de Batzan.

El menhir de Soalar, que fue descubierto en el término de Arizkun (Valle de Baztán) en 1976, representa a un guerrero profusamente armado que presidía en lugar bien visible un área habitada por una colectividad del Calcolítico con conocimientos metalúrgicos, según un estudio encargado por el Gobierno de Navarra a expertos en arte prehistórico de la Universidad de Alcalá de Henares. Los expertos que han realizado el estudio son Primitiva Bueno Ramírez, Rodrigo de Balbín Behrman y Rosa Barroso Bermejo. En su informe relacionan la figura de Soalar, datada en la segunda mitad del III milenio a. C., con otras aparecidas en la Península Ibérica, en un momento de "ascensión social de los guerreros que constituyeron la clase dominante en la Edad del Bronce" y concluyen que la erección de esta estatua revela la "capacidad económica y cohesión social de los habitantes calcolíticos y de la Edad del Bronce del Valle del Baztán".

La primera mención al megalito de Soalar data de 1976, y más tarde, en 1983, aparece registrado en el catálogo de piezas megalíticas del norte de Navarra, realizado por X. Peñalver, aunque entonces no se tenía conocimiento de los grabados que aparecen en una de sus caras, que no era visible en la posición en que se encontraba. 

El menhir es de la característica arenisca roja de Baztán, de 4,5 metros de altura (en origen debió tener cerca de cinco metros) y tres mil kilogramos de peso, y es una de las piezas megalíticas más altas encontradas en Navarra y País Vasco. El bulto tiene una apariencia antropomorfa, característica de las formaciones megalíticas europeas y ofrece una clara diferencia entre una de sus caras, el anverso, que está muy trabajado y exhibe diversos grabados, y el reverso, en el que la piedra aparece en bruto. 

El personaje representado está vestido con un manto de formas rectangulares y su cabeza tocada por lo que podría ser la capucha del manto o un casco o gorro de perfil triangular. Las proporciones de la figura indican que "los realizadores de Soalar eran plenamente conscientes de los módulos gráficos y simbólicos asociados a las figura megalíticas del oeste de la Península Ibérica". 

El elemento más destacado de la pieza es el grabado del arma que ocupa un cuarto del cuerpo y ocupa la parte central izquierda del soporte, lo que indica indudablemente que el menhir-estela representaba un hombre armado. Es un grabado ancho y profundo que representa un arma de mango largo y hoja que se estrecha a medida que se acerca a la punta. 

El arma es una alabarda y el interior del mango revela unas líneas grabadas que quizás representen adornos de dientes de lobo o cuerdas para reforzarlo. En resumen, los autores del estudio concluyen que "Ni marginales, ni cerrados, los habitantes calcolíticos y del Bronce del Valle de Baztán demostraban con la erección de estas espectaculares estatuas su capacidad económica y de cohesión social en torno a personajes que detentaban un poder respetado por propios y extraños".

Cabe resaltar, que las estelas o menhires de guerreros vascos, estén posiblemente relacionados con los menhires extremeños o andaluces, donde al igual que en los del norte, se representan figuras de guerreros armados. Siendo el menhir en si, un lugar donde en la antiguedad se pensaba, moraba el arma del difunto guerrero representado en la piedra.