jueves, 7 de diciembre de 2017

Las botargas de Navidad en Fuencemillán de Guadalajara

Una tradición castellana que camina a mitad entre lo terrorifico y lo fiestero, son las Botargas de Fuencemillan. Los orígenes de la creencia no están claros, y se remontan al siglo 19, aun cuando con todas luces seguramente sus orígenes habría que buscarlos muchísimo tiempo antes. Puede que en la edad media como proceder incluso de creencias populares anteriores. 

En Fuencemillan, un pueblecito de Guadalajara, existe la tradición de ceder las calles en víspera del día 25, a unos seres burlescos vestidos de arlequín, que toman las calles persiguiendo viejas, niños y jóvenes entre saltos grotescos y risotadas como si de una horda de demonios se tratara. Su objetivo era recoger comida por todas las casas hasta que el sol del día 24 se ocultaba, momento en el que desaparecen. Las viandas recolectadas por las "botargas" servían obviamente para merendar en la plaza del pueblo la tarde del día 25, en lo que podríamos definir como: un "aguinaldo" anticipado.

No queda claro su significado ni sus orígenes, pero como en otros muchos casos ocurre, muy posiblemente se trate de una alegoría a los espíritus del invierno anteriores al nacimiento de Cristo. Serían en realidad divinidades paganas convertidas en criaturas burlescas y demoníacas, bajo el cristianismo, quienes muestran su aceptación y pleitesía al nuevo Díos recogiendo el "aguinaldo" en forma de comida como ofrenda a la comunidad cristiana a la que previamente ha perseguido y atacado cuando acuden con las primeras luces del día a la Iglesia. Lugar en el que por cierto, la Botarga de Fuencemillan no puede entrar. Una vez mas un claro símbolo pagano frente al Dios vencedor y protector de los fieles frente a los ataques de los diablos procedentes de las creencias ancestrales.

Resultado de imagen de Botargas de fuencemillan


martes, 5 de diciembre de 2017

el Cid y Castilla en Medieval Warfare

Una mas que interesante representación de la época del Cid por parte del dibujante croata Zvonimir Grbasic. La secuencia representa a los soldados de la mesnada del Cid saqueando el ganado de algunas villas de los campos de Hispania por los que corrió sus aventuras.

La ilustración aparecerá en el nº 6 de la revista histórica de temática militar; Medieval Warfare, en cuyo numero se tratara la leyenda del hombre que llegó a ser conocido mundialmente como el Cid. 

lunes, 4 de diciembre de 2017

Castilla tradicional


Zarramaco, el espiritu o diablo del invierno, representa lo negativo, la llegada del invierno de los días oscuros. Se le suele representar con atuendos bestiales tales como pieles de animales salvajes, garras de osos, colmillos de jabalíes.. representa todo lo malo, dañino, negativo en el festival de Mecereyes de Burgos


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Imaginemos una ceremonia religiosa en una colegiata romanica castellana

Imaginemos por un momento como pudo ser una escena religiosa durante el siglo XI en alguna de las miles de iglesias románicas que hay distribuidas por toda la mágica Castilla norte o la vieja. Pongamos por ejemplo la Colegiata de San Salvador de Cantamuda en la provincia de Palencia.
En ella como todos los días santos, el sacerdote oficializaría una misa presidida por el señor del alfoz, quien custodiado por sus soldados tendría un lugar de honor en la sala

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Visigodos en las Bardulias

Tras la invasión musulmana del siglo VIII, los visigodos que no se someten al islam se aíslan en las zonas del norte de la península. Crean focos de resistencia junto a las poblaciones nativas. Esas gentes ocuparon el ducado de Cantabria y las tierras conocidas como Bardulias. Nunca fueron zonas completamente dominadas por el Islam, si bien su control era mas político que militar. la herencia de los atuendos militares visigodos se mantuvo entre los proto castellanos a lo largo del siglo VIII y IX, perdiéndose poco a poco el mundo tardo antiguo para entrar de lleno en el puramente medieval, desde un aspecto visual.


jueves, 30 de noviembre de 2017

Thuro el caudillo de los carpetanos

Thuro o Thurrus fue un líder carpetano que vivió alrededor del 179 a.C.. Lo único que conocemos de él nos lo transmite Tito Livio en el párrafo 49 de su Ab Urbe condita libro XL. El contexto histórico en que se cita a Thurro es el de la conquista romana de Carpetania en la fase final de la misma cuando las acciones bélicas formaban parte también de la primera guerra celtíbera. Estudios sobre la estructura política de los carpetanos y dicha conquista romana han permitido detallar más profundamente la naturaleza de este personaje histórico y el papel que jugó en su época. Thurro es mencionado en el 179 a. C. como padre de varios hijos por lo que probablemente su edad en esa fecha sería de unos cuarenta y cinco años y su nacimiento rondaría el 225 a. C. viviendo durante su infancia la resistencia carpetana frente a los cartagineses.

Los carpetanos eran un pueblo céltico​ con importantes influencias culturales íberas que vivían en la Meseta Sur, alrededor del curso alto del Tajo, en un territorio ocupado hoy por la provincia de Madrid y parte de las provincias de Toledo, Guadalajara, Cuenca y Ciudad Real.

Este pueblo tenía una estructura política bastante descentralizada y basada en ciudades estado o pequeños ámbitos comarcales​ que eran gobernados por magistrados o consejos de ancianos como sucedía en Cértima. No nos consta por las fuentes clásicas o la arqueología la existencia en circunstancias normales de líderes que dominasen todo o gran parte de su territorio, si bien, parece que en situaciones extraordinarias aparecieron líderes como Thurro que aglutinaron a gran parte de su población.

La conquista romana tuvo como objetivo la protección de los territorios romanos de la actual Andalucía frente a los ataques de las tribus del interior peninsular. Necesitó catorce años y se desarrolló en dos fases:

Primeramente se buscó el objetivo de dominar Toletum y sus vados sobre el Tajo consolidando una línea defensiva en este río.​

Posteriormente, las acciones militares se centraron en frenar la expansión de los celtíberos sobre la zona oriental de la Carpetania formando los acontecimientos bélicos finales también parte de la primera guerra celtíbera.​

Al final de esta segunda fase, la conquista de Toletum y la buscada línea defensiva en el Tajo habían quedado consolidadas a la vez que la reciente toma de Contrebia Carbica había puesto freno en gran parte a la expansión celtíbera. Sin embargo, amplias zonas de Carpetania se mantenían todavía fuera del dominio romano.

El área carpetana situada en su extremo suroriental quedó bajo una especie de protectorado celtíbero. Sobre esta zona inició su campaña Graco con los ataques a Cértima y Alce, poblaciones que confiaban en la protección de un contingente celtíbero acuartelado en las cercanías. Este contingente rechazó auxiliar a Cértima provocando su rendición​ y no fue capaz de evitar la caída de Alce, población donde se refugiaban los hijos de Thurro.

Thurro sería probablemente el líder que aglutinaba a los carpetanos de dichas zonas que todavía resistían al inicio de la campaña de Graco. Tito Livio dice de él que era “...el régulo de aquellos pueblos, y con mucho el hombre más poderoso de Hispania” debiendo esto último entenderse en el sentido de que por “Hispania” Livio refería la parte fuera del control romano y que estaba siendo objeto de sus acciones militares en ese momento, esto es, la Carpetania.

Thurro debió quedar profundamente decepcionado con los celtíberos y la capacidad real de éstos para hacer frente al avance romano. El contingente estacionado en la zona carpetana fue claramente insuficiente e inoperante; abandonó a su suerte a la población de Cértima que tuvo que rendirse y no pudo hacer nada por la protección de Alce al ser aniquilado por Graco al atraerlos al campamento romano mediante una estratagema. Los celtíberos ni siquiera pudieron evitar que general romano penetrara profundamente en su territorio asolando el territorio limítrofe con Carpetania hasta lograr la rendición sin lucha de Ercávica,​ la población más importante de esa zona.

Ante esta situación, Thurro se entrevistó con Graco y acordó con él entrar en alianza con los romanos. Este acuerdo de alianza o Amicitia​ sería seguido por toda la Carpetania incluyendo aquellas zonas, como gran parte del territorio al norte del Tajo, que se mantenían todavía fuera del control romano. Desde ese momento no se registraron acciones militares romanas contra ninguna población carpetana, antes bien, fueron los carpetanos los que sufrieron ataques de tríbus vecinas como los lusitanos o los vacceos por su condición de aliados de los romanos.

Hilernus, caudillo de los carpetanos

Hilerno o Hilernus fue un líder celta -probablemente carpetano- que luchó contra los romanos y vivió alrededor del 193 a.C. La información que tenemos sobre su existencia proviene del relato por Tito Livio de la campaña en aquel año dirigida por Marco Fulvio Nobilior contra las tribus celtas del interior peninsular en lo que fue el inicio de la conquista romana de Carpetania. El historiador romano lo cita como un “Rex” que comandaba una coalición de estos pueblos que se enfrentó a los romanos junto a Toletum. Orosio, autor posterior que escribió cuatro siglos después de Livio, también lo reseña de la misma manera en su relato sobre los mismos hechos.

A pesar de la escasa información que nos transmite Livio, el conocimiento sobre el papel que jugaba en aquellos momentos la ciudad de Toletum y el río Tajo así como sobre la estructura sociopolítica de las tribus célticas, nos permiten perfilar mejor la personalidad de este personaje y el papel que desempeñó en su tiempo.

Una estimación de cuarenta y cinco años de edad para Hilerno en el 193 a.C. nos daría que nació alrededor del 238 a.C. teniendo unos dieciocho años de edad en el 220 a.C. fecha de la batalla del Tajo, circunstancia que hace muy posible su participación en la misma.

En el marco de la segunda guerra púnica, los cartagineses fueron finalmente expulsados de la península ibérica en el 206 a.C. tras la rendición de Gades (Cádiz), su último baluarte2​. Roma terminó de “heredar” el territorio hispano antes dominado por Cartago donde en los años siguientes se sucedieron varias revueltas de los pueblos indígenas que acabaron siendo finalmente aplastadas por Marco Porcio Catón en el 195 a.C.3​

Tras el licenciamiento de las legiones de Catón, la intención romana fue mantener estable y seguro el territorio adquirido de los cartagineses, sin embargo la actitud belicosa de las tribus celtas del interior como lusitanos y vetones obligó a los romanos a ampliar su zona de influencia para mejorar la protección de los ricos territorios del sur peninsular.4​

El primer objetivo de los romanos fue establecer una línea defensiva en el río Tajo dominando los vados que permitían su cruce a las tribus situadas al norte del mismo. Con este fin, emprendió Marco Fulvio Nobilior su campaña contra la ciudad de Toletum (Toledo) en el 193 a.C., dos años después de la campaña de Catón.

Toletum era una de las ciudades más importantes de los carpetanos teniendo una superficie sobre las 40 hectáreas;5​ controlaba un importante vado del Tajo y las rutas comerciales articuladas junto a este río.6​ Para la defensa de esta ciudad se organizó un ejército de ayuda formado por una coalición de las tribus celtas vecinas a los carpetanos: vetones, vacceos y celtíberos situados respectivamente al oeste, norte y este de Carpetania.

Los habitantes de Toletum debieron tener buenas y fluidas relaciones con las tribus vecinas que participaban del comercio a través del Tajo: los vetones, establecidos río abajo y los celtíberos que lo estaban río arriba. La caída de Toletum significaba para ellos un grave perjuicio por lo que acudieron en su defensa. Los vacceos por su parte, que no participaban de dicho comercio, debían mantener una tradición de colaboración con los carpetanos desde que éstos acogiesen años antes a los fugitivos de Helmantica y Arbucala (Toro)7​ y combatiesen juntos en la batalla del Tajo contra los cartagineses.

Los carpetanos eran un pueblo bastante descentralizado donde en situaciones normales no se daban líderes que dominasen todo o gran parte de su territorio aunque parece que en circunstancias extraordinarias sí que aparecían este tipo de personajes.

Hilerno tuvo que ser elegido líder de la ciudad ante la grave situación que ésta afrontaba; Livio lo denomina como “Rex” lo cual no debe entenderse como un monarca en su concepción habitual, sino como un líder elegido entre varias tribus y con poderes extraordinarios para dirigir un ejército conjunto tal y como fue el caso de Vercingétorix en la Galia.8​ La elección de un “Rex” que dirigiese la coalición que había de enfrentarse contra los romanos cobraría sentido tras el desastre sufrido frente a Aníbal veintisiete años antes, en el 220 a.C., por una coalición parecida durante la batalla del Tajo, y que fue motivado en gran parte por la ausencia de un mando único del ejército.

Hilerno, personalmente, tuvo que ser además un líder respetado, bien relacionado y con la suficiente capacidad de convocatoria como para conseguir que las tribus vecinas acudiesen a ayudar a su ciudad y lo aceptasen a él como comandante de la coalición.

La batalla frente a Toletum acabó con una difícil victoria de las legiones romanas que, pese a dispersar al ejército indígena, no pudieron tomar la ciudad. Los romanos consiguieron, con todo, capturar vivo a Hilerno sin que posteriormente ninguna fuente nos haya informado de cuál fue su destino.

Tras la lucha, Nobilior se retiró a sus bases en el sur peninsular. Al año siguiente -192 a.C.- inició una nueva campaña con el mismo objetivo y consiguió tomar finalmente Toletum.9​ En esta ocasión solo acudieron los vetones para ayudar en la defensa ya que vacceos y celtíberos rehusaron participar en la misma. Livio no menciona ningún líder indígena en la lucha por lo probablemente no se llegó a ningún acuerdo a la hora de nombrar un sucesor para Hilerno, algo que tuvo ser decisivo para que ni vacceos ni celtíberos tomaran parte en la lucha.

Los carpetanos, indoeuropeos en la comunidad de Madrid

Muy cerca de Madrid capital, y dentro de un área prácticamente desconocida. Tenemos lo que fueron los primeros asentamientos a buen seguro de nuestros mas remotos antepasados. Normalmente se suele prestar mucha atención al origen musulmán de Madrid. No árabe, árabe es otra cosa. La población de la zona central de la península dentro de la que estaría Madrid, nunca fue mayoritariamente árabe entre los siglos del VIII al XI, momento de su reconquista. Si fue musulmana, ya que la religión predominante era esta, pero no árabe. Los árabes ocuparon puestos aristocráticos minoritarios y normalmente permanecieron en sus palacios de Córdoba. Retomando el tema que nos ocupa, muy pocas veces se hace mención o presta atención, como iba diciendo, al Madrid anterior a la invasión del 711. Pero ese "Madrid" existió y ocupó un área semi despoblada que llegaba prácticamente hasta Toledo. En ese gigantesco espacio se establecieron asentamientos desde la edad de piedra, tomando el testigo en la edad de los metales los conocidos como pueblos Carpetanos.

Los Carpetanos eran poblaciones indoeuropeas llegadas en edad del bronce que se impusieron, en principio de forma pacifica, a las escasas poblaciones anteriores. Se ha definido en muchas ocasiones a los pueblos carpetanos como "celtas", incluso como Celtiberos, si bien la realidad es menos exótica y a día de hoy poca gente los identifica ya como celtas en el rigor máximo de su terminología. El termino mas apropiado sería el de proto celtas o celtas primitivos ( como apunta Almagro Gorbea - Los pueblos célticos peninsulares ). Pero, ¿que son los proto celtas?, ¿eran celtas en su rigor histórico?.
Son preguntas muy frecuentes que lleva a un error mas que habitual. Los conceptos son difíciles de entender si pensamos en el termino "celta" como un todo vinculado a una raza, y no como lo que fue, una corriente cultural. Podríamos definir como proto celtas a las poblaciones llegadas de centro Europa con habla y raza indoeuropea en la edad de la cultura del bronce. Y celtas a las poblaciones indoeuropeas llegadas desde centro Europa en la edad del hierro. Por tanto los proto celtas eran "étnicamente" celtas, pero no se les puede englobar dentro del conjunto al no haber desarrollado aun la cultura hallstatica de la primera edad del hierro, momento oficial histórico en el que aparece el mundo celta en Europa. Para que nos quede mas claro, los proto celtas podrían ser definidos de una manera coloquial como "celtas de la edad del bronce". Y es que con ellos precisamente "llegó" o se pupularizó en Hispania la cultura del bronce de las Cogotas I en todo el área central, a la que pertenecieron los carpetanos.

Por tanto los carpetanos, si bien son un pueblo absolutamente desconocido por las pocas fuentes que existen sobre ellos. No estarían muy lejos de asemejarse a otras poblaciones de la ya mencionada cultura de las Cogotas. Siendo sus máximo exponente los vettones. 

Como en todos los casos, las poblaciones fueron fusionándose por invasiones violentas o por simple convivencia. Seguramente no tanto desde un punto de vista étnico, como cultural. Los pueblos copiaban lo que veían, pero por norma general no viajaban tanto, ni con la facilidad que se hace hoy. No parece que existieran grandes invasiones y conflictos bélicos entre los carpetanos y otras poblaciones indoeuropeas o íberas en la península. Por lo que solo nos queda a interpretar que la "celtiberización" y la "iberización de ellos en origen fue grosso modo por la fusión cultural que llegó a ellos de Iberos del Mediterraneo y de poblaciones haslttaticas de la edad del hierro.  

Los mayores conflictos que tuvieron los carpetanos fueron contra los cartagineses, a quienes combatieron. Y posteriormente a los romanos, de quienes fueron tradicionales aliados, eso si, siendo ya eran un pueblo muy debilitado. Polivio y Tito Livio los describieron como el pueblo mas poderoso de esas tierras (area central sur). En el año 221 antes de Cristo, Anibal Barca toma el control de los ejércitos cartagineses en la península tras la muerte de Asdrubal, y con ello intensifica las guerras en el área central contra las poblaciones que allí habitaban. El objetivo de estos ataques era principalmente obtener recursos y dominar a las poblaciones a cambio de soldados para el ejercito Cartagines, ya que como es sabido los cartagineses no tenían soldados propios (eran minoría aristocrática) y se abastecían de soldados entregados de los pueblos dominados que ocupaban sus filas. Por otro lado la idea de Anibal de atacar Italia estaba ya presente, y pretendía controlar la retaguardia en la península antes de un ataque a su gran enemigo Roma.

La primera campaña que dirige el cartaginés contra los carpetanos fue contra la tribu "celta" de los Olcades, aliados al sur de los carpetanos. Este ataque se ha interpretado tradicionalmente como una venganza de Anibal contra el rey celta Tagus. Ya que su hermano Asdrubal murió a manos de un sirviente de él que a su vez vengó a su señor de Asdrubal. Pues este mandó crucificar al rey celta, de quien las crónicas de la época que nos han llegado, lo describen como un noble y valiente guerrero. Parece ser que en esos tiempos Olcades y Carpetanos eran aliados, aunque previamente habían sido enemigos temporales. Tagus protagonizó una rebelión contra ellos, motivo por el que fue castigado por Asdrubal. 

En la entrada del siguiente año (220 a C) Anibal inicia una campaña a través del sur de la meseta que le llevó hasta el territorio de los vacceos donde conquisto Helmantike y Arbucala (Toro). Fue a su vuelta cuando un gran ejercito carpetano salió a su paso con la ayuda de los supervivientes vacceos, algunos olcades y posiblemente vetones mercenarios de la Vetonia. La batalla fue conocida como la "batalla de Tajo", al internar cruzar dicho río. Tito Livio entre otros cifra el ejercito carpetano en 100.000 hombres, si bien parece exagerado y hoy se estipula la cifra de 40.000 como mas aproximada a la realidad. Sea como fuere debió de ser un numero importante de guerreros para aquella época.

La batalla no salió bien para el bando "celtiberico" ya que Anibal consiguió una aplastante victoria gracias a la estrategia de aprovechamiento del entorno y a su su caballería, la cual se impuso con superioridad a las tropas celtas hispanas que se basaban mayoritariamente, por no decir con total exclusividad en la infantería. El mundo carpetano no volvió a levantar cabeza tras esta derrota, y aun cuando en los siguientes años siguieron los conflictos puntuales con la rebeldía de los carpetanos como protagonistas, nunca supusieron ya una verdadera amenaza desapareciendo poco a poco. 

Los romanos combatieron también contra los carpetanos, si bien estas guerras coincidieron con los intentos de expansión de otras poblaciones indoeuropeas de la zona contra la Carpetania, buscando en última instancia la alianza con los romanos por parte de estos. Alianza que perduraría en el tiempo hasta las guerras lusitanas.

Gracias  tito Livio conocemos el nombre de uno de sus caudillos militares,. Thuro o Thurrus. Caudillo de unos cuarenta años de edad que vivió las guerras celtibéricas y las primeras guerras púnicas contra los cartagineses, eso si, siendo niño. Tito Livio nos dice de el

(..) "Marchó después de vuelta a Alce y comenzó el asedio de aquel lugar. Al principio los habitantes resistieron los asaltos, pero cuando se vieron atacados por máquinas de asedio además de por armas, dejaron de confiar en la protección de sus murallas y se retiraron todos a la ciudadela. Por último, enviaron emisarios poniéndose ellos y todos sus bienes a merced de los romanos. Aquí se capturó una gran cantidad de botín, así como muchos de sus nobles, entre los que se encontraban dos hijos y la hija de Thurro. Este hombre era el régulo de aquellos pueblos, y con mucho el hombre más poderoso de Hispania. (..)  

Otro lider carpetano, considerado Rex, Rey, por Tito Livio es Hilerno o Hilernvs. Si bien en este caso no se puede detallar con certeza que fuera carpetano o de alguna otra tribu o facción que existiera en la zona. Parece ser que el lider congregó un numero importante de celtas peninsulares en las inmediaciones de Toledo para frenar el avance de Marco Fulvio. Vaceos, vetones, carpetanos y celtiberos se unieron para detener al romano liderados por Hilernvs. Si bien fuern derrotados y el rey capturado sin saber que futuro le esperó.

Con la Carpetanía ya pacificada y aliada de roma, paradójicamente los principales enemigos de estos fueron los pueblos vacceos, celtiberos y vetones. Quienes solían hacer razzias de castigo y saqueo contra las tierras ricas en cultivos de lo que en otro tiempo fue rebelde tierra de los carpetanos.

En cuanto a su vestimenta, no creo que fuera muy diferente a la de las poblaciones indoeuropeas de bronce y hierro de su entorno. Como ya digo, y aunque sufrieron una importante celtiberizacion con el paso del tiempo. Los carpetanos eran básicamente poblaciones proto celticas, por lo que su forma de ropa y armamento estaría mas cercana del mundo veton de las cogotas que del de los galos. En el aspecto religioso tampoco se sabe demasiado, y a buen seguro als deidades no estarían igualmente muy alejadas del mundo vetón o celtiberico. Dios de la guerra, dios de la tierra.. por símbolos en las vasijas parece que el ciervo sería uno de sus animales totémicos, proponiendo incluso este emblema como el emblema del pueblo carpetano en la actualidad 

Como hemos visto la historia de Madrid es bastante intensa, y fue bastante intensa muchos siglos antes de la llegada de los árabes a la península. Muy cerca de la capital, y con linea de metro directa, tenemos un asentamiento que se puede visitar. El asentamiento carpetano  de Miralrio, cerca de las lagunas de Rivas. Allí se estableció un oppida de tipo amurallado desde donde se controlaba todo el valle y las extensas tierras llanas mas allá de los bosques de olmos y chopos de las lagunas.

Tristemente, como casi todo lo que  concierne a la historia de España, el lugar esta semi olvidado y deteriorado por el tiempo. En este país hace muchos años que solo interesa y solo se apoya todo lo que este relacionado con el mundo de las tres culturas o con la guerra civil. No obstante toda la gente interesada puede visitarlo y adentrarse en el mundo de las poblaciones célticas o proto célticas que habitaron esta zona. Las cuales con el tiempo fueron fusionadas por los romanos y posteriormente por la llegada de los pueblos germanos del norte de Europa, los visigodos. 


Alvar Ordoño 2017 - Recreador e investigador histórico de los grupos; BAIRA, REGNUM CASTELLAE, HISPANIA DE LOS VIKINGOS e HISPANIA GERMANORUM - Bloggero de NUEVA GOTHIA, FUNDACION RUEDA SOLAR. 

Estandartes en los inicios de Castilla

La tipología de los estandartes en los inicios del reino de Castilla, no era diferente a la de los demás reinos peninsulares con los que compartía cruzada y desventuras. En el siguiente montaje, El recreador Alvar Ordoño del grupo de recreación histórica castellana Regnum Castellae, nos muestra en un ejemplo visual, como era el típico estandarte medieval usado por las mesnadas basándose en los ejemplares de la biblia leonesa de Thompson


lunes, 23 de octubre de 2017

Desperta Ferro. Pedro I el cruel

A partir de mañana publicaremos los adelantos del próximo número de Desperta Ferro Historia Antigua y Medieval, dedicado a la figura de Pedro I de Castilla, conocido como el Cruel o el Justiciero según sus enemigos o partidarios, un soberano cuyo reinado comenzó en plena crisis para Occidente en su conjunto y estuvo colmado por la guerra, tanto contra Aragón como, en particular, contra su medio hermano Enrique de Trastámara, aspirante también a la corona.
A la venta el 3 de noviembre de 2017.

miércoles, 30 de agosto de 2017

lunes, 28 de agosto de 2017

viernes, 25 de agosto de 2017

¿Fue La Carisa la roca de Pelayo?. por José A. ORDÓÑEZ

¿Lideró Pelayo en La Carisa una primera acción defensiva de los cristianos del Norte contra la invasión musulmana previa a la batalla de Covadonga? Pruebas concretas no hay ninguna, pero cada vez cobra mayor verosimilitud que las murallas del Homón de Faro correspondan a esa «roca de Pelayo» que, según las crónicas árabes, alcanzaron las tropas de Muza en una campaña desarrollada entre 712 y 714, es decir, de seis a ocho años antes del mítico choque de Covadonga

Historiadores musulmanes de todo crédito señalan que, en aquella campaña, Muza y sus hombres llegaron la «roca de Pelayo», un lugar elevado, bien defendido y cercano al mar, donde destruyeron y quemaron todos los signos cristianos. El Homón de Faro, en La Carisa, es un lugar elevado y bien defendido, desde el que se ve el mar y que, para el que llegara a la región desde la Meseta, no dejaría de estar próximo al Océano. ¿Es este el emplazamiento reseñado? ¿Fue Pelayo, ya entonces, quien lideró esta oposición al invasor? «Por ahora la historia no tiene respuestas, pero lo que está claro es que se han abierto estos y otros interrogantes que, quizás, serán resueltos en el futuro». Lo dice Jorge Camino, director de las excavaciones arqueológicas de La Carisa sólo unos días después de la finalización del congreso internacional en el que se abordó la relación de las murallas defensivas localizadas en el Homón de Faro y en la vía de La Mesa con los orígenes de la Monarquía asturiana. La cita arrojó varias conclusiones interesantes y, además, según Camino, «ha permitido que tomara cuerpo la teoría de que la acción de Covadonga y la creación del Reino de Asturias pudieron cimentarse en una base ideológica de amplia cobertura social y territorial, que poco años antes ya había expresado uno de los principales rechazos a la conquista islámica en plena Cordillera, tanto en La Mesa como en La Carisa, como ya sucediera sietes siglos antes con la invasión romana». 

La versión más aceptada en el congreso es que las murallas de La Carisa y de La Mesa hicieron frente a la invasión islámica y que en ellas puede estar inscrita una interpretación del origen de la Monarquía asturiana unida a la Visigoda. En este sentido, Camino señala que «con independencia de que los defensores de esas plazas fuertes fueran astures, lo cierto es que, a la larga, se trataría, en cierto modo, de los últimos defensores del reino visigodo, al menos de la facción rodriguista gobernante». Es decir, que, a juicio de los expertos, si Pelayo estuvo realmente en la Cordillera representaría a esta tendencia oficial, con lo que ganaría enteros la teoría que liga el nacimiento del Reino de Asturias con una continuidad del de Toledo. En definitiva, apunta Camino, que «esas murallas pueden representar el enlace entre dos grandes episodios: la caída de la monarquía visigoda y la creación de la de Asturias». Es más, el arqueólogo defiende que «si se demuestra la contemporaneidad de otras defensas similares en la vía cántabra del Escudo podría justificarse un frente de mucha mayor envergadura y, lo que sería aún más importante, la unión entre los hijos de Pelayo y de Pedro, duque de Cantabria, para la expansión del reino». En este sentido, el arqueólogo añade que «ambos formarían parte del bando rodriguista y se unirían en una alianza fundamental para el proyecto de la Reconquista». 

Aunque el objetivo inicial en La Carisa del equipo arqueológico integrado por Jorge Camino, Yolanda Viniegra y Rogelio Estrada estaba centrado en conocer un campamento romano que fue parte fundamental en la conquista de Asturias efectuada por las legiones de Publio Carisio, una sorprendente paradoja arqueológica causada por el descubrimiento de las fortificaciones ástures del Homón de Faro, a las que se agregaron las de El Muro en la vía romana de La Mesa, provoca que las investigaciones se vean inmersas en la etapa que precede al nacimiento del Reino de Asturias

Lo cierto es que las hipótesis que asocia estas defensas con la invasión musulmana es la que menos obstáculos ofrece. Se trata de un acontecimiento militar de sobrada entidad que permite explicar una respuesta como la realizada en el corazón de la Cordillera. Las expediciones agarenas por todo el solar visigodo eran una consecuencia de la coyuntura de guerra civil que enfrentó a las facciones de Vitiza y de Rodrigo por el dominio del reino. Desmoronado el núcleo del ejército en Guadalete, la capacidad de resistencia quedó fiada a cada territorio. La contundencia bélica de las tropas musulmanas -beréberes en su mayor parte- facilitó un clima de pactos que hizo caer en cadena la autonomía defensiva de las demás zonas. Las crónicas insisten en la huida a las montañas norteñas de numerosa población, entre la que se encontrarían remanentes del ejército y del aparato cortesano. 

En este escenario, Camino apunta que «si las expediciones tardaron un par de años en alcanzar las tierras asturianas, hubo tiempo real para materializar un plan defensivo como el de El Homón de Faro y El Muro». Es más, de acuerdo a su versión, las élites locales habrían adoptado la bandera rodriguista, quizá con el concurso de grupos de refugiados, y trataron de hacer frente a las correrías musulmanas en las vías de La Carisa y La Mesa, probablemente con Pelayo ya al frente de las huestes.


Articulo escrito por José A Ordoñez - ¿Fue La Carisa la roca de Pelayo? para Lns.es cuencas

miércoles, 23 de agosto de 2017

La Heerkömigtum. Realeza militar germana

El termino realeza militar, para los historiadores de la nueva doctrina, es identificable en su aspecto dirigente guerrero con la jefatura militar, correspondiente al dux de las fuentes latinas. Esta institución desarrolla un papel determinante ante la multitud de conjuntos populares que aparecen; son grupos que no se encuentran asentados definitivamente en un determinado territorio. Están constituidos por contingentes de hombres libres y no libres que obedecen las órdenes de su señor.

De alguna forma este dominus, dueño de su propio sequito – compuesto por hombres libres y no libres y su propio fundatus de campesinos -  de la misma condición social que sus hombres de armas – que trabajan sus tierras, pasó durante el proceso de migraciones de los siglos IV – V, a convertirse en dirigente militar, con grupos armaos heterogéneos, vinculados por el juramento de fidelidad a su misma suerte. En determinados casos, este señor dirigió no sólo a sus soldados, sino al conjunto de hombres armados de un determinado pueblo. Este proceso se iniciaba cuando un grupo de guerreros designaba a un dux con la intención de conseguir botín en una guerra, de manera que los hombres alistados se vinculaban a él por un juramento. En algunos casos, se producía también la búsqueda de unas nuevas tierras. Al ser un establecimiento duradero, se veían obligados a llevarse todas sus familias y bienes. La amalgama de gentes en movimiento iría aumentando, con los diferentes séquitos de voluntarios que se les irían añadiendo. Estos movimientos suponían un cambio notable en el proceso de organización política de estos pueblos. Al dirigente de esta agrupación étnica heterogénea e itinerante se le elegía rey. 

Los dirigentes de estas realezas de nuevo cuño legitimaban su posición cuando eran designados por la asamblea de guerreros y basaban su poder y su fuerza en la soberanía domestica. Al dirigente se le proporcionaría la posibilidad de formular una realeza militar. Esta se originaría por una serie de empresas militares afortunadas y de establecimientos territoriales, constituyendo un asentamiento (Landnahme). De esta manera del grupo de gentes que formaban parte del numeroso séquito se forjaría un nuevo pueblo o civitas, del cual el monarca militar (herrkoning) se constituiría en el rey del pueblo (Stammeskönig). 

Dentro del pueblo se diferenciará entre rex y dux, pero en el caso de la realeza de guerrera, se producirá una fusión de ambos poderes: era por tanto rex y dux. La vinculación que tenían los semilibres y no libres con el rey, y a la vez señor, era por obediencia ciega, aunque con el paso paulatino de los años consiguieron gozar de un mayor grado de libertad y formaron parte, como mercenarios, de los séquitos de los príncipes germanos, además adquirieron más dominio como hombres de servicio dentro de la soberanía doméstica. Dado el concepto de libertad que existió entre los germanos, y visto el poder de la soberanía doméstica sobre los no libres, no se puede aceptar el concepto de nobleza entre los germanos como defiende Dannenbauer basada en una categoría social por nacimiento, lo que supondría encontrase en un estrato social por encima del resto de los hombres libres, eliminando cualquier posibilidad de ascenso del resto de los guerreros, especialmente los carentes de libertad. Su planteamiento configura una sociedad estamental desvinculada entre si, mientras que el nuestro – siguiendo a Schlesinger y Wensus – mantiene una sociedad guerrera vertical, con gentes que ocuparán puestos relevantes tras sus éxitos militares, y no en cambio por nacimiento.

La apariciendo de la realeza tuvo un desarrollo distinto en cada una de las grandes familias de pueblos de los germanos. Mientras que entre los occidentales resultó numerosa debido a su reciente desarrollo en los procesos migratorios, entre los orientales se conservó la realeza primigenia con elementos de origen mitológico. El monarca era un personaje de estirpe regia con una serie de antepasados heroicos, los cuales se remontaban al origen del pueblo.


Javier PampliegaLos germanos en España –  CAP I - Elementos conceptuales. Etnogenesis, realeza militar y soberanía domestica en la época de las grandes migraciones. 

Incursiones marítimas germanas a Hispania anteriores a la era Vikinga, entre los Siglos III y V.

Se han tratado y estudiado en innumerables ocasiones las incursiones normandas ocurridas en la península ibérica  entre los siglos IX y XI. Más exactamente y con una aproximación relativa entre los años 844 y el 1045. Iniciándose el proceso con el primer avistamiento documentado en las costas cantábricas en el año 844 frente a la ciudad de Gijón. Y terminando en el año 1045 con la batalla de las torres del Oeste en la localidad de Catoira (Galicia). Donde el obispo Cresconio derrotó a una flota de lordemanos que asolaban la zona, y entre los que se ha querido ver, sin pruebas de ello naturalmente, al temido Ulf el gallego. Aunque bien es cierto que la fecha del combate de Cresconio está sometida a debate y discursión (Eduardo MoralesHisptoria de los vikingos en España, CAP XIII, pag 209 – últimas incursiones ) nos sirve para establecer con un margen de error año arriba año abajo, una fecha inicial, y una final de lo que podríamos definir de una forma un tanto arbitraria como “la era vikinga hispanica”.

A lo largo de esos casi 300 años, los normandos llegados desde diferentes puntos del norte de Europa, entre los que se encontrarían principalmente Inglaterra, Noruega, Dinamarca, Francia, e Irlanda. Asolarían con mayor o menor intensidad una franja costera que iría desde el norte cantábrico, hasta toda la costa Atlántico española (Galicia) y portuguesa. Incluyendo Andalucía y partes del Mediterráneo en las incursiones del siglo IX. Hay que tener en cuenta que ninguna incursión documentada posterior al siglo IX llegó a pasar el estrecho de Gibraltar, entre otras causas por la política preventiva de Abderraman tomada tras los devastadores ataques del año 858, Atribuidos tradicionalmente  a Hastings y Bjorn costado de hierro. Si bien aquí se establece un dato curioso que me parece interesante mencionar, la incorporación de mercenarios irlandeses a la flota Lordemana en ese año (presumiblemente solo documentados en esa fecha).

Para Steentrup el relato de una crónica irlandesa sobre los hijos de Ragnall, primogenito del rey de Lochlann, y las hazañas y aventuras de este contra los musulmanes, debe situarse inequívocamente en el contexto de la segunda invasión del siglo IX (José Carlos Sánchez PardoLos ataques vikingos y su influencia en la Galicia de los siglos IX – XI – Anuario Brigantino 2010 nº 33, Pag 64 – 3.2. Segunda incursión vikinga a Galicia). Parece razonable pensar que la única forma que los irlandeses de aquellos años tuvieron de enfrentarse con musulmanes, fue en las costas de España, llegando como apoyo mercenario local de las colonias existentes de normandos Noruegos en el país.

No obstante no existe documentación exacta en ninguna crónica hispana que hable de irlandeses entre la flota y guerreros del siglo IX, mientras que por ejemplo sí existen referencias de franceses. Queda por tanto dentro de las hipótesis y de los misterios relacionados con las miles de lagunas que ofrece la historia. Exactamente igual que la teoría al respecto de Anton Erkoreka, para quien la llegada de irlandeses pudo no estar relacionada con la llegada de Hastings y Bjorn, sino con una incursión llegada desde Dublín contemporánea a la de los dos famosos caudillos, que el escritor  vasco relaciona con el supuesto asentamiento de la ría de Mundaca, y con el secuestro del rey de Pamplona utilizando una vieja calzada romana, y no el río Ebro. Esta incursión estaría a mi modo de ver más relacionada con la leyenda y la mitología que con la realidad. Pues incorpora además sucesos y episodios propios de las leyendas y las dinastías legendarias vascas, relacionando a los dos caudillos vikingos llegados desde Irlanda, y que Erkoreca atribuye los nombres de Olaf el blanco e Ivar el Culebro con Jaun Zuria, mítico primer señor de Vizcaya que vence a las tropas asturianas (Anton Erkoreka – Los vikingos en la península ibérica. CAP – Los vikingos en Vasconia, pag 21, De nuevo en la ría de Mundaca (844m 858-861).

Pero dejemos de lado este tema y centrémonos en los ataques anteriores a la era vikinga. Aun cuando relacionados con las poblaciones proto vikingas y germánicas que años más tarde darían origen a los piratas del mar, lo cierto es que las incursiones llegadas desde el norte en años muy tempranos, no pueden ser llamadas vikingas, ni tratadas como tales. Ni tan siquiera aparecen en las crónicas romanas de la época con ese nombre o similar, entre otras cosas porque como puede suponerse aun estamos muy distantes en el tiempo de la era vikinga desde un punto de vista rigurosamente histórico.

La primera aproximación que tenemos documentada relacionada con incursiones marítimas por el litoral cantábrico, esta relacionada con los francos en plena era de las migraciones bárbaras. En el siglo III de nuestra era barcos procedentes de la zona norte de Europa, donde se establecían los francos, atacan en varias ocasiones todo el norte cantábrico. Aun cuando estas incursiones no tuvieron demasiado éxito quedándose tan solo en algunas rapiñas de aldeas, siendo todas ellas reprimidas con eficacia por el emperador Maximiliano Hercúleo.


Desde el siglo III hasta el V no se tienen información documentada de nuevos ataques marítimos. Es precisamente en ese siglo, en el V, con una Europa en pleno apogeo de las migraciones e invasiones germánicas, cuando el norte de España es atacado una vez más por mar. Este aspecto es poco conocido aun cuando tiene algunos episodios realmente interesantes de tratar.  La primera referencia con la que nos encontramos referida al tema procede de Hidacio. El historiador gallego de marcado carácter “anti suevo”, recoge en su Chronica,  un incidente relacionado con los vándalos. En el año 455 “unos vándalos de modo repentino. Desembarcaron con sus barcos en la localidad de Turonium en las costas de Gallaecia y capturaron familias de muchas gentes” / vandali navibus Turonium in litore Gallaeciae repente advecti familias capiunt plurimorum /. El problema con el que nos encontramos en este caso es señalar con exactitud de donde procedían esos vándalos, y cual era la localidad de Turonium. 

Los vándalos eran un pueblo germánico procedente de Escandinavia, que llegó a Hispania atravesando los pirineos en el año 409 junto a los alanos. Estaban divididos en dos grupos, Asdingos y Silingos, cada uno de ellos con su respectivo rey. Tras la derrota de los asdingos a manos de los federados visigodos del imperio liderados por Walia, se unieron con los silingos y comenzaron una aventura que les llevaría hasta la conquista de Africa en el 429. A simple vista vemos un error en las fechas que nos impide atribuir una invasión marítima procedente de Hispania a manos de los vándalos. Si en el 429 ochenta mil de ellos unidos con los alanos llegan a África, significa que en el 455 ya no estaban en la península, por tanto la lógica nos hace pensar que el ataque marítimo de los piratas vandálicos procedía del continente africano. 

Máxime cuando desarrollaron una importante flota que les llevó durante el 440 bajo reinado del rey Genserico, a saquear importantes puntos del Mediterráneo, entre los que se encontraban Sicilia, Cerdeña, Grecia y las islas Baleares. No obstante algunas hipótesis nuevas de historiadores renombrados ofrecen una segunda versión sobre el origen de la invasión marítima de Galicia a manos de los bárbaros durante el siglo V. Ch. Courtuis en les vandales ofrece la primera versión que señala a una invasión interna procedente de la propia Hispania y no de Africa. Para el historiador francés no se trataría de una flota procedente de Cartago, sino de vándalos residuales asentados en Hispania que no siguieron a sus compañeros hasta el continente africano. Plantea la dificultad, aun aceptando que fueran buenos navegantes, de que una flota vándala saliera de Cartago con el único objetivo de saquear Gallaecia. Una tierra que en aquellos años no tenía aun las grandes iglesias ni la importancia simbólica que llegaría a tener siglos después. 

Thompson por su parce acepta la hipótesis de Hidacio, aceptando que la incursión llegó desde Cartago. Por el contrario para Javier Arce, en su libro Bárbaros y romanos en Hispania  400 – 507. Se hace eco de Ch. Courtois, asimilando la idea de una incursión que correspondería a vándalos residuales que aprovecharon la expansión sueva hacia el sur de Hispania con objetivo la Baetica y Cartaginensis (año 441), y las malas relaciones existentes entre estos y la población nativa gallega, para asolar las costas. Sea como fuere nuevamente nos movemos en el terreno de las hipótesis, y con lo único que podemos contar fehacientemente es con el hecho de que los vándalos según recoge Hidacio, atacaron por mar las costas Atlanticas de Galicia sin ningún tipo de resistencia por parte del reino suevo. 


De tratarse de vándalos residuales, la operación carecería de interés geopolítico y estratégico. Simplemente habría que incluirla en las razzias de depredación de un grupo de gentes tras la derrota a manos de los visigodos, que intentaban sobrevivir adaptándose a la debacle de los nuevos tiempos, con independencia de la empresa iniciada por parte del mayor grupo de su gente en el norte de Africa. (Javier Arce – Barbaros y romanos en Hispania 400 – 507. CAP II, inseguridad y resistencia. 4. Piratas, pag 173 ).

Siguiendo en el siglo V y con el terror germánico que asoló Europa a modo de hordas de invasores, nos encontramos nuevamente con un texto de Hidacio referido a varios ataques de una tribu llamada Hérulos.
Los hérulos eran nuevamente una tribu germánica asentada en Escandinavia que inicia su expansión por el continente junto con otros pueblos como aliados, entre ellos los godos. En el siglo V tienen una relativa importancia en la historia de Roma por medio de su caudillo Odoacro. Anteriormente a esto, a principios del siglo V, sus barcos junto a los de Sajones y frisones, asolan buena parte de las costas del mar del norte y Canal de la Mancha. Es dentro de ese ambiente histórico cuando llegan a Hispania. Según Hidacio en el año 455 una serie de hombres de la tribu de los hérulos, desembarcaron con siete barcos en la costa del territorio de Lucus, los 400 hérulos armados a la ligera se vieron obligados a huir, muriendo solo dos de ellos en los combates contra los nativos. 

La razzia regresó por donde había venido saqueando las costas del Cantábrico y de Vardulia. En estas expediciones parece que tampoco tuvieron mucho éxito. Según Arce estos hérulos procedían de Dinamarca, y no tenían nada que ver con los que años atrás aliados de los godos habían saqueado el mar Negro. Hipotesis que sostiene Erkoreka, quien además los localiza en el noroeste de la península danesa.

Siete naves y 400 hombres, es decir, 57 hombres por nave. Con este número y armados a la ligera, como dice el historiador gallego, no es fácil asolar de forma contundente un gran territorio, aun cuando si lo pudieron hacer de forma cruel, como parece que detallan las crónicas (Javier Arce – Barbaros y romanos en Hispania 400 – 507. CAP II, inseguridad y resistencia. 4. Piratas, pag 173 ). 

Los incursores tuvieron que dejar los barcos en el litoral de la costa cantábrica iniciando una expedición de reconocimiento terrestre. Fue ahí cuando tuvieron conflictos armados con la población local con fatídico resultado en diferentes episodios para los bárbaros. Tal fue lo nefasto del asunto, o la resistencia hispánica, según se mire. Que los temidos hérulos de Jutlandia, Dinamarca, estos si primos lejanos de los posteriores vikingos, se vieron obligados a dejar los barcos en las costas y regresar a sus hogares cruzando los pirineos por la Tarraconensis, posiblemente por la zona central, ya que al parecer no encontraron fuerte presencia romana defendiendo los pasos.

Sorprende que una expedición de saqueo de tierras extranjeras fuera tan desastrosa, con situaciones semi cómicas como la vivida en Galicia, donde perdieron tan solo dos hombres y solo pensaban en huir. Mal armados,  no muy numerosos, en una actitud casi defensiva, coincidiremos todos en señalar que cuanto menos era una razzia de saqueo curiosa... El porqué de esta situación se comprendería años después. En el 459 nuevamente Hidacio recoge una invasión de piratas hérulos, esta vez se dirigían a la Baetica. Saquearon las costas cantábricas y atlánticas (documentado el conventus Lucense) con una crueldad inusitada (Hydacio 189). Dice textualmente “ad Baeticam pertendentes”, es decir, supuestamente la expedición germánica si llegó a la Baetica. Y a juzgar por el adjetivo calificativo de crudelissime usado por Hidacio, esta vez sí que fue salvaje, violenta y devastadora. Seguramente más numerosa que la predecesora. Es fácil asimilar cual fue el objetivo de la primera llegada 4 años atrás. No tenía como objetivo saquear las costas Hispanas, sino explorar. Fue una avanzadilla para tantear el terreno, conocer las costas, la resistencia, los lugares de interés y el camino a la Baetica, y puede que incluso consolidar pequeñas posiciones. Ya que presuponemos que en la primera mención que se hace de los hérulos en el 455, y aun cuando solo se los menciona en Galicia, el cantábrico y las vadulias, tuvieron que llegar por necesidad a la Baetica, mostrando el camino años después a un grupo mayor en número y armado para la ocasión. 

No opina igual Torres Rodriguez, quien supone que el desembarco del año 455 en la costa gallega fue un movimiento estratégico a cargo de un grupo de mercenarios del rey visigodo Teodorico II, que únicamente pretendía sembrar la alarma en la retaguardia del rey suevo Reckiario. Es posible que aquí se mezclen conflictos, y Torres se refiera mas acertadamente al misterioso y curioso incidente de los vándalos, pero no de los hérulos. 

A mi modo de ver la hipótesis exploradora es la más acertada, ya que como el propio Hidacio recoge. Era gente poco numerosa, mal armada, y que no buscaba la confrontación. El hecho de tener que escapar en las vardulias dejando los barcos en la costa para recorrer un largo camino de regreso andando atravesando los pirineos, es una prueba de ello. 
Con los ataques de Jutlandia (hérulos) del año 455, concluyen los episodios de las incursiones marítimas germánicas a las costas de Hispania. No quisiera dejar pasar la oportunidad de mencionar una teoría sobre la llegada de los suevos a Galicia. La recoge Erkoreka y la plantea Reynols. Según esta los suevos no atravesaron nunca el rio Rhin junto a vándalos y alanos. Jamás entraron a Hispania por los pirineos en el año 409. Llegarían por mar asentándose en las costas de la provincia de Gallaecia. Esta hipótesis no es muy acertada según yo lo veo, ya que carece de pruebas escritas que puedan dar tan solo una pequeña pista al respecto. 

Mucho tiempo después de la última invasión hérula, llegarían nuevamente piratas escandinavos, estos ya puramente vikingos. De ello hemos hablado en diferentes artículos. A lo largo de mediados del siglo IX, pueblos germánicos emparentados con los que llegarían en el siglo V. Hay referencias vagas, y misteriosas que tratan el tema de posibles llegadas nórdicas a Hispania antes de las fechas planteadas como oficiales, esto es 844. Algunas las relacionan incluso a mediados del siglo VIII, donde los nórdicos llegarían mas como mercenarios o comerciantes para tratar con las gentes del temprano reino de Asturias, que como razzias de saqueo armadas para la guerra.

Es difícil afirmarlo sin datos o pruebas escritas. Pero sin duda los pueblos del norte de Europa conocían al menos de referencia las costas hispanas. Habían estado llegando desde la tardo antigüedad, y aunque no fue un lugar caliente en sus incursiones, si que es posible que de forma puntual nunca se perdieran las conexiones entre el cantábrico y atlántico y las poblaciones norteñas que con el tiempo darían forma a la era vikinga.  Aun así en historia solo existe lo que se puede demostrar, y a día de hoy estamos muy lejos de poder demostrar absolutamente nada que vincule la llegada de lordemanos a las costas españolas antes de las fechas señaladas oficialmente. (844).


Alvar Ordoño 2017 - Recreador e investigador histórico de los grupos; BAIRA, REGNUM CASTELLAE, HISPANIA DE LOS VIKINGOS e HISPANIA GERMANORUM -

domingo, 6 de agosto de 2017

Los "reyes osos" y el escudo de Madrid

Entre el siglo V y el VIII, en toda Europa aparecieron monarquías de las que se sabe muy poco, situadas a medio camino entre la historia y la leyenda, pero todas ellas unidas por una constante: su común referencia al oso, como animal totémico; todas las leyendas urdidas en torno a estos monarcas hacen de ellos seres míticos.

El culto al oso entre los antiguos celtiberos queda atestiguado por distintas inscripciones en las que figura la palabra "arconi" o "arco" (idéntica en su raíz a "arkthos" y a la mítica y paradisíaca Arcadia) referidas a una diosa de la tierra y de la naturaleza.

Los germanos adoraron al oso y los godos trajeron hasta España este culto que quedó ligado a la nobleza visigoda superviviente después de la invasión árabe. El primer conde de Barcelona se llamó Bera (= el oso), y varios de sus sucesores Berenguer (= el que es como un oso).

Al producirse la invasión musulmana en España, se produjo una sacudida social mucho más grave que la que representó las invasiones germánicas. Las estructuras de la sociedad hispano-visigoda se derrumbaron y con ellas el Estado. El período legendario en la historia de España tiene su momento áureo desde que los musulmanes inician la invasión, hasta la culminación de la dinastía astur.

Del hijo de Pelayo, el primer rey de la Reconquista, Favila, solamente se sabe una cosa, pero ciertamente significativa, que murió abrazado por un oso. A la luz de la óptica legendaria y de las estructuras míticas medievales, este dato no hay que tomarlo como un desgraciado accidente, sino como la asunción por parte de Favila y de sus descendientes, de las características propias del oso: vigor, vitalidad, fortaleza, valor, energía, etc. que, mediante el acto del abrazo, quedarían incorporadas al rey. Este moriría como hombre para renacer en sus descendientes con fuerzas renovadas. Tal esquema, muerte/renacimiento es frecuente en las mitologías e iniciaciones medievales.

¿Por qué esta insistencia de la humandiad medieval en la figura de los osos y en su vinculación con las monarquías legítimas? Para entenderlo hay que alzar los ojos al cielo en la noche clara y contemplar que la respuesta está allí: las constelaciones llamadas Osas tienen una estrella de singular importancia en el cielo, la Polar, es decir, aquella en torno a la cual gira todo el firmamento y que indica el Norte.
La ideología medieval consideraba que el rey estaba dotado de una función polar: indicaba el camino a seguir, era inmóvil e ineccesible, frecuentemente su castillo se encontraba en una montaña elevada, o su trono se alzaba sobre el nivel del suelo en las salas palaciegas, y esto era así, por influencia divina.
Madrid es conocida como la villa del oso y del madroño, elementos que componen el escudo heráldico de la Capital. Las hojas peremnes del madroño lo relacionan con la inmortalidad, mientras que su color rojo púrpura lo entronca con la realeza imperial. No es por casualidad que exista una relación fonética -no etimológica- entre Madrid y madroño: las funciones que de una capital están contenidas simbólicamente en el madroño que junto con el oso rampante, sobre campo de plata, componen el escudo de Madrid.

La presencia del oso está justificada por la abundancia que hubo de este animal en otro tiempo; pero al mismo tiempo, el oso representa la fuerza y la potencia salvajes, violenta, primitiva e incontrolada que, al contacto con los frutos de la inmortalidad -madroño- será transformada en potencia ordenada, luminosa y rectora.

Ernesto Milá


viernes, 4 de agosto de 2017

La alta edad media castellana

Indumentaria de los caballeros castellanos según el Claustro de Santo Domingo de Silos. Como puede verse en la indumentaria representada en piedra de estos caballeros del viejo reino de Castilla, su equipación era muy similar a la de los normandos del tapiz de Bayeux.