sábado, 21 de abril de 2012
jueves, 19 de abril de 2012
Los últimos carpetanos. El oppidum de El Llano de la Horca (Santorcaz, Madrid)
El proyecto de investigación liderado por el Museo Arqueológico Regional en el oppidum carpetano de El Llano de la Horca (Santorcaz, Madrid) comenzó en 2001. Los importantes resultados obtenidos en estos años son los que propician la celebración de esta exposición, que tiene como objetivo el conocimiento detallado del grupo carpetano que lo habitó y un acercamiento a la identificación de la Carpetania.
Autor: Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid. Comisarios: Gonzalo Ruiz-Zapatero, Gabriela Märtens Alfaro, Miguel Contreras Martínez y Enrique Baquedano
Fecha: Del 18 de abril al 25 de noviembre de 2012
Hora: Martes a sábados, de 11.00 a 19.00 horas
Domingos y festivos, de 11.00 a 15.00 horas
A lo largo de nueve unidades temáticas, la exposición nos muestra importantes aspectos de la vida de la Segunda Edad del Hierro en el centro peninsular, tomando como paradigma el yacimiento de El Llano de la Horca. El recorrido comienza situando a los visitantes en la Hispania prerromana, entre los siglos III y I a.C., y mostrándoles algunas de las piezas más destacadas de yacimientos de diversos grupos prerromanos –sus vecinos los íberos, celtíberos, oretanos, vacceos y vettones– prestadas por los museos de Ávila, Monográfico de Cástulo (Linares, Jaén), Numantino de Soria, Santa Cruz de Toledo, de Prehistoria de Valencia, Arqueológico de Valladolid y Museo de Teruel.
Autor: Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid. Comisarios: Gonzalo Ruiz-Zapatero, Gabriela Märtens Alfaro, Miguel Contreras Martínez y Enrique Baquedano
Fecha: Del 18 de abril al 25 de noviembre de 2012
Hora: Martes a sábados, de 11.00 a 19.00 horas
Domingos y festivos, de 11.00 a 15.00 horas
A lo largo de nueve unidades temáticas, la exposición nos muestra importantes aspectos de la vida de la Segunda Edad del Hierro en el centro peninsular, tomando como paradigma el yacimiento de El Llano de la Horca. El recorrido comienza situando a los visitantes en la Hispania prerromana, entre los siglos III y I a.C., y mostrándoles algunas de las piezas más destacadas de yacimientos de diversos grupos prerromanos –sus vecinos los íberos, celtíberos, oretanos, vacceos y vettones– prestadas por los museos de Ávila, Monográfico de Cástulo (Linares, Jaén), Numantino de Soria, Santa Cruz de Toledo, de Prehistoria de Valencia, Arqueológico de Valladolid y Museo de Teruel.
Tras una breve incursión por la Carpetania, nos adentramos en una visión global de la investigación que ha desarrollado el MAR en estos once años de trabajo científico, en los que se ha excavado, se ha procesado la documentación, se han realizado numerosos análisis de laboratorio, se han conservado y restaurado estructuras y piezas y se han dado a conocer los resultados de la investigación.
Una vez situados en el espacio y en el tiempo, nos ocupamos de El Llano de la Horca, presentamos sus características como oppidum (ciudad en altura bien protegida) y explicamos con detalle este bloque central, que es la columna que vertebra la exposición y de la cual inferimos los datos que nos ayudan a explicar la vida cotidiana en este rincón de la Carpetania: las estructuras urbanas. Como parte de esta trama urbana, la exposición se centra en las casas o espacios habitados, porque contienen los restos más importantes que se han encontrado en el yacimiento. Mostramos cómo era la organización interna de estas áreas, cómo se distribuían en ellas las estructuras para el mejor aprovechamiento del espacio, del calor y de la luz, a la hora de realizar las tareas habituales y necesarias para el mantenimiento del grupo.
En las siguientes unidades se presenta una forma de economía que va más allá de la autosubsistencia y que genera excedentes suficientes para que la artesanía, el intercambio o el comercio jueguen un importante papel en las actividades de los habitantes de El Llano de la Horca. Este sistema económico, basado en la agricultura, en la ganadería y en la obtención de productos secundarios, tiene su reflejo en la reconstrucción del ciclo agropecuario que, además de ser la base de la supervivencia, fundamenta y fortalece una sofisticada red de creencias e ideas.
El recorrido por el mundo ideológico de los carpetanos gira en torno a la exposición de algunas de las piezas más destacadas encontradas en todo su territorio. Piezas que tienen un doble significado; por un lado, son excepcionales por sí mismas, porque son únicas y son la materialización del mundo simbólico de este grupo prerromano. Y, por otro lado, imprimen un sentido alegórico y metafísico al objeto al que acompañan o al lugar en el que son depositadas. Son el Vaso de los caballos, la Placa broncínea, la Pátera de Titulcia, etc.
El final de la exposición supone una reflexión sobre el pasado, el presente y el futuro de la investigación en El Llano de la Horca, hasta el momento, el yacimiento carpetano mejor conservado y conocido, punto de referencia imprescindible para el estudio de los últimos Carpetanos y, en general, de las comunidades de finales de la Edad del Hierro.
domingo, 15 de abril de 2012
lunes, 9 de abril de 2012
La cueva del Monje de Guadarrama. La hipótesis del dolmen
Otro de esos lugares singulares de la sierra de Guadarrama es el curioso amontonamiento de piedras conocido como la Cueva del Monje. Esta sorprendente formación pétrea no es desde luego desconocida. Situada a escasa distancia de la Granja, son numerosas, observamos, las descripciones, especialmente en la Red, de cómo llegar a este lugar. También es abundantemente citada la leyenda que acompaña, no podía ser de otra manera, a tan curioso y sugerente paraje ( también lo es placentero). Habrá que convenir que el simple nombre ya nos habla de misterio, de algo escondido y de soledad. Y también ayuda a aumentar este áurea misteriosa y legendaria la relativa cercanía con las ruinas de la Casa Eraso o Casarás, otro de los parajes serranos que arrastran una leyenda de misterio
Para conocer más sobre esta leyenda, una clásica venta del alma al diablo (que levante la mano el que no lo haya hecho alguna vez), lo mejor es que lo vean aquí. Y para saber como llegar hagan también click aquí.
Y es que lo curioso de esta formación geólógica no solo ha hecho despertar la imaginación de la gente abjudicándole moradores misteriosos, si no que también lo ha hecho sobre la autoría de su diseño. Aunque hoy en día se piensa que es un capricho de la naturaleza y que es la ciencia de la geología la que tiene que explicar su existencia, durante algún tiempo, desconozco si mucho o poco, se mantuvo la teoría de que detrás de la “cueva” esta la mano del hombre en su laboriosidad más esforzada. De hecho hoy en día en las descripciones de este paraje se menciona esta vieja idea de quee fuera realmente un dolmen, ejemplo por tanto de las creencias funerarias o religiosas de antiguas culturas, teoría hoy en día, insistimos, al parecer descartada. He dado con un artículo publicado hace ya muchos años, concretamente en 1880 en “La revista Contemporánea” y que apoya, fervientemente, podría decir, esta idea. Está firmado por un tal Dionisio Chaulie, estudioso al parecer de temas históricos especialmente locales, y con algunas obras publicadas como esta..
Este autor nos describe que: “la cueva mide unos 10 pies de largo por 7 de ancho con 3 de altura y sirve en la actualidad de abrigo a los pastores del monte y de sitio cubierto donde guisan sus ranchos en las destempladas noches de invierno”
Y continúa. Su inmensa mole, el medio círculo de piedras verticales que forman el recinto sagrado, la piedra de los sacrificios colocada a su inmediación, el hallarse establecida en una eminencia descubierta rodeada de árboles actualmente espesos y que serían impenetrables en lo antiguo, todo hace suponer que la Cueva del Monje era en su fundamento un dolmen trilito de grande importancia consagrado por los druidas las fiestas de los plenilunios.
Posteriormente elucubra acerca de la procedencia de los constructores, inclinándose por los Celtas frente a la otra opción que,, según el autor serían los egipcios (?)
Por cierto, alguna vez había leído, creo que en las Memorias del Guadarrama de Julio Vías que se había atribuido el topónimo de Peñalara a significar algo así como Peña del Ara. Acerca de esto explica el investigador:
(..) Confirma este parecer el nombre de Peñalara dado a una altura que domina aquellos contornos, sobre la cual aparece la luna nueva que los sacerdotes y muchedumbre reunida en lugar santo esperarían como señal para comenzar sus terribles solemnidades.
Para conocer más sobre esta leyenda, una clásica venta del alma al diablo (que levante la mano el que no lo haya hecho alguna vez), lo mejor es que lo vean aquí. Y para saber como llegar hagan también click aquí.
Y es que lo curioso de esta formación geólógica no solo ha hecho despertar la imaginación de la gente abjudicándole moradores misteriosos, si no que también lo ha hecho sobre la autoría de su diseño. Aunque hoy en día se piensa que es un capricho de la naturaleza y que es la ciencia de la geología la que tiene que explicar su existencia, durante algún tiempo, desconozco si mucho o poco, se mantuvo la teoría de que detrás de la “cueva” esta la mano del hombre en su laboriosidad más esforzada. De hecho hoy en día en las descripciones de este paraje se menciona esta vieja idea de quee fuera realmente un dolmen, ejemplo por tanto de las creencias funerarias o religiosas de antiguas culturas, teoría hoy en día, insistimos, al parecer descartada. He dado con un artículo publicado hace ya muchos años, concretamente en 1880 en “La revista Contemporánea” y que apoya, fervientemente, podría decir, esta idea. Está firmado por un tal Dionisio Chaulie, estudioso al parecer de temas históricos especialmente locales, y con algunas obras publicadas como esta..
Este autor nos describe que: “la cueva mide unos 10 pies de largo por 7 de ancho con 3 de altura y sirve en la actualidad de abrigo a los pastores del monte y de sitio cubierto donde guisan sus ranchos en las destempladas noches de invierno”
Y continúa. Su inmensa mole, el medio círculo de piedras verticales que forman el recinto sagrado, la piedra de los sacrificios colocada a su inmediación, el hallarse establecida en una eminencia descubierta rodeada de árboles actualmente espesos y que serían impenetrables en lo antiguo, todo hace suponer que la Cueva del Monje era en su fundamento un dolmen trilito de grande importancia consagrado por los druidas las fiestas de los plenilunios.
Posteriormente elucubra acerca de la procedencia de los constructores, inclinándose por los Celtas frente a la otra opción que,, según el autor serían los egipcios (?)
Por cierto, alguna vez había leído, creo que en las Memorias del Guadarrama de Julio Vías que se había atribuido el topónimo de Peñalara a significar algo así como Peña del Ara. Acerca de esto explica el investigador:
(..) Confirma este parecer el nombre de Peñalara dado a una altura que domina aquellos contornos, sobre la cual aparece la luna nueva que los sacerdotes y muchedumbre reunida en lugar santo esperarían como señal para comenzar sus terribles solemnidades.